ISBN 0124-0854
N º 114 Septiembre 2005
ponen a pensar en nuestro pasado, presente y futuro, otras se burlan o parodian la vida política. Las fiestas son parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial porque son espacios en los que reafirmamos ser parte de una comunidad con la que compartimos historias, formas de disfrutar la vida y de enfrentar los problemas, maneras de relacionarnos con los otros y con la naturaleza. El primer Carnaval de blancos y negros de Pasto( Nariño) se celebró en 1808, un 5 de enero, como acto de resistencia de las personas negras esclavizadas traídas de África. A esta fiesta se introdujeron los ritos agrarios indígenas y las expresiones teatrales españolas, por esta razón, en la actualidad, cuando vamos al carnaval, pintamos de negro y de blanco a todos los que se asomen a la calle. Desde hace más de 150 años, a comienzos de enero de cada año impar, se realiza el Carnaval de
Riosucio, Caldas, que reúne la herencia cultural indígena, europea y africana para
hacer un conjuro contra la tristeza con la ayuda del diablo, símbolo del poder de la música y del baile. En los meses anteriores leen los decretos y finalizan con el testamento del diablo y el desfile de las cuadrillas en las que la sátira es un elemento de crítica social. El 11 de noviembre de cada año, San Martín, Meta, celebra las fiestas de su santo patrono desde el siglo XVII. En ella se escenifican una batalla de cuadrillas ejecutada por 48 jinetes distribuidos en cuatro grupos o cuadrillas que representan cada una a los moros( árabes), galanes( españoles), guahibos( indios) y cachaceros( africanos esclavizados) y su papel en el momento de la conquista cristiana española, así como la resistencia de los aborígenes americaac 2 nos frente a los conquistadores españoles. En Plan de Raspadura, Chocó, está la imagen del Ecce Homo que le ha hecho milagros a mucha gente de la región, por eso peregrinan hasta su templo para agradecerle, especialmente en las fiestas en su honor organizadas por el pueblo la semana siguiente a la Semana Santa. Ahí los raspadureños refuerzan sus vínculos como comunidad defensora del Ecce Homo que los ha acompañado desde 1802, y quien los ayudó en su liberación de la esclavitud. Los indígenas ingano y karnéntsá del Valle de Sibundoy, Putumayo, celebran el resultado del trabajo comunitario antes del Miércoles de Ceniza con el carnaval del perdón o Clestrinye. En él se reconcilian y abonan las amistades con abundante chicha y mute para comenzar un nuevo ciclo en armonía. Desde