ISBN 0124-0854
N º 96 Febrero 2004
tación
Quizás sea el voto la primera manifestación de, cultura ciudadana. Aunque muchos hablan de la abolición de la esclavitud como el momento clave. Sobra razón en cada parte: el voto es el mecanismo por excelencia de participación, el que abre las puertas para que cada quien elija, según su criterio, aquellas propuestas que considera mejores para un país, una ciudad e, inclusive, una empresa. Igualmente, la abolición de la esclavitud sienta sus bases en los principios de cultura ciudadana: el respeto por el otro, por su libertad, por su igualdad. Mucha agua ha corrido desde entonces. En primera instancia, la Declaración Universal de los Derechos Humanos que establece libertades de todo tipo, igualdad de raza y sexo, condiciones de vida digna. y, si bien es cierto que esta Declaración sigue siendo una utopía, no podemos negar su valor como precedente, como punto de partida. Gracias a ella cientos de ciudadanos han juzgado a sus gobiernos, derrocado a sus gobernantes, protestado contra políticas arbitrarias. Hoy el ciudadano tiene un mayor reconocimiento. Ya no se habla de una autoridad intocable, omnipresente y omnipotente, y la democracia, al menos como intento, ocupa un lugar importante entre los gobiernos del mundo. Falta mucho camino para lograr que, realmente, la cultura ciudadana se consolide como un colectivo capaz de construir, participar y transformar las condiciones públicas de un país. Por ahora, al menos, se reconoce como un conjunto de conductas, hechos y propuestas encaminados a fortalecer la convivencia entre quienes habitan un mismo territorio. Por la importancia que ha cobrado este tema en el mundo, y por las múltiples visiones que hayal respecto, esta edición de la Revista Agenda Cultural Alma Máter recoge diversos artículos dedicados a la cultura política y ciudadana.