ISBN 0124-0854
N º 77 Abril de 2002 editorial
Tiene algún sentido escribir en nuestra época ? Desde hace varios años ronda en el aire la misma pregunta , y se repite con regularidad en las mil conversaciones de los círculos literarios y académicos .
Los factores que motivan la discusión son muchos y variados : van desde la perdida de la capacidad del manejo de conceptos en las nuevas generaciones ( debido , según algunos , al bombardeo audiovisual ); pasan por las políticas editoriales , cada vez más despiadadas con el trabajo artesanal del escritor ; continúan con la suposición de que los géneros literarios están exhaustos y por lo tanto es imposible producir una gran obra en nuestros días ; y terminan con razones prácticas , como el hecho de que es una quimera vivir del trabajo literario en países donde la gente no compra libros , como es el caso del nuestro .
Lo terrible es que esta discusión encierra otra pregunta con consecuencias mucho más graves : ¿ tiene algún sentido la palabra en nuestros días ? Y es que si se ataca no al escritor sino a la escritura , se está atacando a la palabra misma .
Para demostrar cuánto hay de cierto en que escritura y palabra están relacionadas hasta ser casi inseparables en dos conceptos distintos , basta simplemente con paseamos por la obra de los grandes autores . Hombres y mujeres que , a pesar de que tenían todos los problemas , virtudes y vicios que caracterizan a la humanidad , consiguieron algo notable : llevaron la palabra más allá de la frontera de lo humano y a través de ella nos acercaron al cosmos .
¿ Qué significan las obras de Goethe , Cervantes , Yourcenar , Camus , Toumier y tantos otros , si no un intento del hombre de entender su propia condición , su propio universo , para así poder estar en capacidad de construir otros nuevos ? Y es que la palabra es reina y señora de la condición humana , pues es ella la primera en hablar de libertad , pero también el material con el que se construyen las leyes ; la palabra es el primer recurso del amor , mas sólo a través de ella podemos justificar el odio ; la palabra es el código que nos permite descubrir la verdad , pero también la herramienta privilegiada de la mentira .