Agenda Cultural UdeA - Año 2000 FEBRERO | Page 19

ISBN 0124-0854
N º 53 Febrero de 2000

Fabián Rendón

« Un amigo, una flor, una estrella no son nada, si no pones en ellos un amigo, una flor, una estrella »
« Percibimos el vacío, llenándolo »
( Antonio Porchia)
Por: Luis Germán Sierra J.

Era un hombre que, en su silencio, menudeaba palabras. De la especie de los hombres felices, parlanchín, de nuevo silencioso. De a ratos dejaba de conversar, de gastar las monedas tintineantes de su risa y de su cháchara espléndida, y pintaba, grababa valiéndose de planchas de neolay y de una interminable serie de mundos traídos siempre de las lindes de la poesía, asombrosos y asombrados. Pequeños dioses y universos domésticos que sólo a él se le ocurrían y que eran la prolongación y el puente entre el gesto sonoro de sus manos y sus ojos, y el silencio que lo reclamaba, que lo

Fabián Rendón. Letanía( frag.) 1989. Grabado-linóleo
tiraba de la manga de la camisa.
Es imposible encontrar una persona igual, como ocurre siempre. La muerte nada le agrega y nada le sustrae. Le pone, a continuación de su nombre, dos fechas: Un estremecimiento cuando se trata de un artista que uno conoce, de un amigo.
Nada puede uno recordar, sin caer en la traición y en cierta impudicia, de un ser humano que conoció más o menos de cerca y del cual, ante todo, disfrutaba su inteligencia y la insospechada capacidad de crear magníficas obras de arte. Entonces el silencio otra vez. Ese silencio suyo sin el cual los linóleos, regados a
diestra y siniestra, no existirían. Y Fabián sería sólo el verbo delicioso, el abrazo de la palabra.
Pero dibujaba, grababa, vivía con la cabeza más metida en el arte que en la realidad. Más metida en la magnífica realidad del arte, que en el mal arte de la realidad. Música, libros, pintura, y la alegría de la palabra. Expuso su obra en muchas partes porque le gustaba que supieran de él, que lo conocieran, no tanto en su figura como sí en la extensa conversación que eran sus grabados, el fuego de sus sueños. Linóleos impecables llenos de laboriosidad, de esmero en los detalles, de puntillismo cerebral. Como sólo se le podría ocurrir a alguien que conversara muy largamente con sus manos, con sus buriles, con las filigranas y los seres que fantasmaban por su magín.
Washington, San Juan de Puerto Rico, La Habana, Bogotá, Santiago de Chile, Caracas, Medellín, Nueva York, México, Barranquilla,