ISBN 0124-0854
N º 63 Diciembre de 2000 cuarenta y cinco cohetes Tridente II , y aún quedarían sobrando cuatrocientos diecinueve cohetes para el mismo incremento de la educación en los quince años siguientes .
Puede decirse , por último , que la cancelación de la deuda externa de todo el Tercer Mundo , y su recuperación económica durante diez años , costaría poco más de la sexta parte de los gastos militares del mundo en ese mismo tiempo . Con todo , frente a este despilfarro económico descomunal , es todavía más inquietante y doloroso el despilfarro humano : la industria de la guerra mantiene en cautiverio al más grande contingente de sabios jamás reunido para empresa alguna en la historia de la humanidad . Gente nuestra , cuyo sitio natural no es allá sino aquí , en esta mesa , y cuya liberación es indispensable para que nos ayuden a crear , en el ámbito de la educación y la justicia , lo único que puede salvamos de la barbarie : una cultura de la paz .
A pesar de estas certidumbres dramáticas , la carrera de las armas no se concede un instante de tregua . Ahora , mientras almorzamos , se construyó una nueva ojiva nuclear , Mañana , cuando despertemos , habrá nueve más en los guadarneses de muerte del hemisferio de los ricos . Con lo que costará una sola de ellas , alcanzaría - aunque sólo fuera por un
domingo de otoño- para perfumar de sándalo las cataratas del Niágara .
Un gran novelista de nuestro tiempo se preguntó alguna vez si la tierra no será el infierno de otros planetas . Tal vez sea mucho menos : una aldea sin memoria , dejada de la mano de sus dioses en el último suburbio de la gran patria universal . Pero la sospecha creciente de que es el único sitio del sistema solar donde se ha dado la prodigiosa aventura de la vida , nos arrastra sin piedad a una conclusión descorazonadora : la carrera de las armas va en sentido contrario de la inteligencia .
Y no sólo de la inteligencia humana , sino de la inteligencia misma de la naturaleza , cuya finalidad escapa inclusive a la clarividencia de la poesía . Desde la aparición de la vida visible en la tierra debieron transcurrir trescientos ochenta millones de años para que una mariposa aprendiera a volar , otros ciento ochenta millones de años para fabricar una rosa sin otro compromiso que el de ser hermosa , y cuatro eras geológicas para que los seres humanos -a diferencia del bisabuelo pitecántropo- , fueran capaces de cantar mejor que los pájaros y de morirse de amor . No es nada honroso para el talento humano , en la edad de oro de la ciencia , haber concebido el modo de que un proceso multimilenario tan dispendioso y colosal ,
pueda regresar a la nada de donde vino por el arte simple de oprimir un botón .
Para tratar de impedir que eso ocurra estamos aquí , sumando nuestras voces a las innumerables que claman por un mundo sin armas y una paz con justicia . Pero aún si ocurre -y más aún si ocurre- , no será del todo inútil que estemos aquí . Dentro de millones de millones de milenios después de la explosión , una salamandra triunfal que habrá vuelto a recorrer la escala completa de las especies , será quizás coronada como la mujer más hermosa de la nueva creación . De nosotros depende , hombres y mujeres de ciencia , hombres y mujeres de las artes y las letras , hombres y mujeres de la inteligencia y la paz , de todos nosotros depende que los invitados a esa coronación quimérica no vayan a su fiesta con nuestros mismos terrores de hoy . Con toda modestia , pero también con toda la determinación del espíritu , propongo que hagamos ahora y aquí el compromiso de concebir y fabricar un arca de la memoria , capaz de sobrevivir al diluvio atómico . Una botella de náufragos siderales arrojada a los océanos del tiempo , para que la nueva humanidad de entonces sepa por nosotros lo que no han de contarle las cucarachas : que aquí existió la vida , que en ella prevaleció el sufrimiento y predominó la injusticia , pero también conocimos el amor