ISBN 0124-0854
N º 42 Febrero de 1999
Carlos Mejía, un maestro de verdad
del arte, siempre se refería a los grandes maestros con admiración y respeto, y enfatizaba la grandeza de sus obras para impartimos lecciones de humildad:“ En arte siempre hay algo por alcanzar, nunca se puede estar satisfecho con el logro de un objetivo, pues una meta alcanzada implica iniciar un reto nuevo”.
Por: Mario Arango Escobar.
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En cada ser humano hay un artista.” Estas palabras de Joseph Beuys sintetizan la filosofía que Carlos Mejía le imprimió siempre a su labor docente.
Todos aquellos que tuvimos la grata experiencia de recibir sus enseñanzas, aprendimos los conceptos básicos del arte como: el dibujo, la composición, la forma, el color; pero ante todo, aprendimos a descubrimos como seres llenos de potencialidades.
Como un abuelo generoso, permanentemente nos incitaba a experimentar nuevas técnicas y a intentar opciones de expresión, todo en aras de una propuesta personal auténtica y libre.
Conocedor como pocos de la historia
Su gran maestra fue la Naturaleza y nos decía:“ Si se la observa con atención, siempre encontraremos en ella lecciones magníficas de equilibrio, de diseño, de contraste, de espacio...”
Con una metodología muy simple pero llena de gran sabiduría y con esa sencillez que siempre lo caracterizaba, fue sembrando no sólo en sus alumnos, sino en cada persona que se le acercaba, su personal concepción del arte. El arte, entendido como un compromiso diario de búsqueda, de reflexión, de mirar hacia atrás. Un compromiso diario con la libertad.
Más que la producción plástica, el arte concebido como una forma diferente de habitar el mundo, de miramos a nosotros mismos. He aquí la gran lección que nos deja Carlos Mejía, el humanista, el artista, el maestro; casi desconocido para las nuevas generaciones, pero que tan valiosos aportes hizo al arte de nuestra ciudad y de nuestro país.