ISBN 0124-0854
N º 38 Septiembre de 1998 eleva su calidad a través de una expresión arquitectónica y dote ornamental, en la que aparecen formas retornadas una vez y otra vez desde la antigüedad clásica, cambiando de sentido en cada época.” 2 Los sucesivos trabajos realizados en el edificio sin la técnica debida, terminaron por deteriorar la construcción, así mismo el aumento de la población estudiantil provocó paulatinamente el desmantelamiento y el desalojo hacia otras sedes.
A finales de 1977, se determinó el desalojo del edificio por fallas en su estructura; ya para 1980 la situación se tornó más grave, presentaba agrietamientos, inclinaciones y humedades. Dos años más tarde, el edificio fue declarado Monumento Nacional, el 12 de marzo de 1982 y se iniciaron los trámites para el proceso de restauración. A pesar de que la Universidad carecía de una base económica que le permitiera costear todo el proceso de restauración, en su deseo por hacerlo realidad buscó ayuda en el Ministerio de Obras Públicas quien asignó recursos a través de Obras Públicas Departamentales de Antioquia y éstos a su vez, eligieron a la arquitecta restauradora Clemencia Wolff como encargada de la obra.
En los estudios preliminares a su restauración se determinó que“ la estructura del edificio de San Ignacio presenta un deterioro típico de las edificaciones antiguas de poco mantenimiento” 3 y se determinó la necesidad de involucrar un gran
número de especialistas para atender las urgentes necesidades de la construcción. La restauración se inició en 1988, conservando las modificaciones hechas por Horacio Rodríguez en 1916. La restauración buscó devolverle al Edificio el esplendor y la importancia que tuvo a principios de siglo y, en el transcurso de los trabajos se encontraron joyas de preciado valor histórico: un documento de la torre del edificio, que al parecer en sus inicios, funcionaba como observatorio, el documento es una especie de planilla para llenar con información del estado del tiempo; también se halló una placa de piedra conmemorativa que data de 1821, en la cual, una vez humedecida se leía“... siendo presidente el General Bolívar...”; debajo de cinco capas de pintura de los capiteles del Aula Máxima, se encontraron pinturas murales realizadas por artesanos de la Escuela de Artes y Oficios de la Universidad.
Hasta nuestros días, luego de terminada la restauración hay quienes afirman que en el Edificio de San Ignacio puede“ verse un rondero con barba que entra a un salón junto al baño y desaparece, corrientes de aire frío que erizan el pelo, sensación de ser observado en un salón vacío... presencia de seres del pasado que se quedaron posados en una realidad que no les pertenece...” 4 y en un espacio cuyo valor no es sólo artístico, histórico o arquitectónico sino que además es un valioso testimonio de nuestra memoria colectiva, de la identidad cultural del