Agenda Cultural UdeA - Año 1998 MARZO | Page 18

ISBN 0124-0854
N º 32 Marzo de 1998 primigenio y también el aún más ordinario- ¿ se acuerdan?- de estos países del subdesarrollo), el teatro universitario y el independiente, contestatarios, de fines de los años cincuenta hasta el comienzo de la década del 80. Y menos está de moda, como algunos entonces, reducir a fórmulas culinarias su enseñanza de la función y de la práctica del arte en un mundo en el cual, dicen, ya no existe la lucha de clases y se acabaron aquellas confrontaciones globales porque, dicen, cayó El Muro. Curioso que esos tales no se dan cuenta(¿ se dieron cuenta entonces?) de que aquí todo sigue, no igual sino peor. Aquí y allá y acullá: caído el muro(?), se vio aún más claro que antes cuán caído estaba el socialismo deformado, pero también se vio cómo ya habían entrado en aquellos países y seguían invadiéndolos el capitalismo salvaje y las mafias de todas las procedencias, brincando sobre los escombros del muro( vendidos luego como souvenir, como era previsible). Pero cuánto se parecen la ceguera de esta época y la ceguera de la época de Brecht, la de 1918 a 1933 por ejemplo, cuando su“ Alemania, pálida madre” surgía sucesivamente de las cenizas de la Primera Guerra Mundial, de la humillación de los tratados y de la crisis económica global y, con tal de ' superar todo eso y recuperar el color de las mejillas, se hacía de la vista gorda ante Hitler( Brecht lo llamaba por el nombre de su primera profesión:“ el pintor de brocha gorda”), que hacía de las suyas. Fueron vanas las advertencias del poeta( En el momento de marchar muchos no saben / que su
enemigo marcha al frente de ellos./ La voz que les manda / es la voz de su enemigo./ Quien habla del enemigo / él mismo es enemigo.) Ni entonces ni ahora, con muy notables excepciones, se comprendió entre nosotros que la enseñanza de Brecht, como la enseñanza de cualquier clásico verdadero, no es cuestión de moda ni se deja reducir a la simpleza con la que en nuestros festivales y en nuestras escuelas de teatro y por parte de los burócratas de la cultura se exalta cualquier“ minimalismo” de pacotilla, ni se comprendió que su estética derivaba de su profunda ética, expresada por medio de su escéptica enseñanza, su cínica enseñanza de descreído de todo menos de lo que más profundamente anhelaba: la solidaridad entre los seres humanos; y porque tanto la anhelaba más la ponía en solfa, más nos señalaba las dificultades para alcanzarla y los innumerables atentados que sufre, y con más ahínco la señalaba donde existía. Aunque casi siempre uno pudiera pensar que ese lugar a donde señalaba Brecht no era otro que el lugar de la utopía. Por eso no está de moda entre nosotros. Para quienes han visto disminuido a Brecht como el poeta obsedido por la política( una de sus grandes virtudes como creador, que él nunca se preocupó de ocultar), vale la pena observar cómo era esta dialéctica del arte y la política en su obra. Un poema de 1938, ya iniciado el exilio en Finlandia de donde también, a la corta, tendría que salir corriendo, nos lo muestra: