Agenda Cultural UdeA - Año 1997 ABRIL | Page 10

ISBN 0124-0854
N º 22 Abril de 1997

Sorpresas que da la vida

Por: Diego Guerrero
Buscando respuestas, vive Lucía Atehortúa, científica y profesora de la Universidad de Antioquia.
Si las personas tuvieran el tamaño de sus sueños, Lucía Atehortúa sería alta, alta. Pero como la estatura está regida por la genética, Lucía tuvo que ser bajita. Eso lo sabe perfectamente. No en vano es bióloga de la Universidad de Antioquia y magíster y Ph. D. en Biología de la Universidad de Nueva York. La biología le mostró sus maravillas el día que pudo ver en la Universidad una gota de agua a través del microscopio: " Yo lloré cuando vi fascinada todo ese mundo en movimiento ", dice. Desde ese momento quedó bajo el encanto de la magia de esta ciencia.
Después la vida empezó a sorprenderla con pulgas transparentes a las que se les podía ver latir el corazón y con los helechos que un día se decidió a sacar de los anaqueles del Herbario de la Universidad y que, luego de intentar clasificarlos infructuosamente basándose en tres libros de eminentes franceses, decidió clasificar con su propio conocimiento. También le hizo sentir temor con los ruidos de la selva en la noche y hasta le presentó un biólogo que con el paso del tiempo se convirtió en su esposo.
La vida también le puso el reto de ser científica en un país rico y pobre. Por eso vive entre el reino de la naturaleza, variado y abundante, y el reino de la incertidumbre, con los presupuestos bajos, los proyectos suspendidos, los esfuerzos perdidos por falta de dinero y la lucha por conseguir que el sueño de
una investigación no se desvanezca en medio los trámites para conseguir sus fondos.
Así que ella no solo elabora y trabaja los proyectos, sino que también los gestiona e intenta llevarlos a la comunidad. " Los científicos tienen que ofrecer respuestas a los problemas de la gente. Más en países como el nuestro, donde los recursos económicos para la investigación son tan limitados y generalmente conseguidos con préstamos internacionales. " Se queja además de que en Colombia la ciencia se quede en el círculo de científicos y no en la masa del País. Por eso por estos días está empeñada en sacar adelante un proyecto para el cultivo de heliconias en Urabá, con mujeres viudas, en el que ellas puedan apropiarse de la tecnología. Según dice, " Hay lugares donde una flor de heliconia vale 200 dólares y aquí le damos machete ".
Pero la ciencia también es maravilla: "¿ Cómo es posible que existan animales luminiscentes? o ¿ cómo no se rompen las alas de una mariposa con el viento?". Son, más que preguntas, expresiones de una persona que a los 47 años no deja de buscar. " yo abro ventanas. Primero abro una y veo un mundo desconocido y cuando creo que ya lo conozco, encuentro más y más ventanas para abrir."
Así, de ventana en ventana, se pasa la vida esta mujer, cuya hora preferida es las dos de la mañana, porque también es