N º 175 Abril de 2011
Presentación
En“ El etnógrafo”( 1969), cuento de Jorge Luis Borges, un estudioso de las lenguas indígenas se radica entre los sioux con la idea de conocer sus secretos. Al cabo de un par de años, en un sueño, ve bisontes y escucha que le hablan en una lengua extraña. De vuelta entre los suyos, Fred Murdock— es el nombre del soñador— siente que atesora un saber valioso para el que, sin embargo, no encuentra palabras que lo expresen. Esa historia ha sido entendida, por mucho tiempo, como una parábola de agudeza antropológica: algo así como una celebración de la autonomía expresiva y semántica de cada universo cultural. Sin embargo, quizá haya demasiado optimismo en esa interpretación: acaso el escéptico escritor argentino quiso ilustrar, más bien, el drama de la incomprensión entre las sociedades ancestrales y las que se autodenominan“ modernas”. No es gratuito que sea justamente un infatuado hombre de ciencia, un universitario, el protagonista— tal vez la víctima— de esa trama equívoca. Esta nueva entrega de la Agenda Cultural apuesta contra la frustración de Murdock, en el sentido de creer posible el intercambio entre sueños nativos y sueños universitarios. Así lo cree el profesor Selnich Vivas en el propio abrebocas de este dossier, al pedir que se haga universidad desde el saber indio y no— como hasta ahora ha ocurrido— contra ese saber. En ese llamado a la comunión de cosmovisiones y lenguas, también son insumo las narraciones y recitaciones de gente arhuaca, embera y andoque, y de hablantes de lenguas tupí y minika, que se ofrecen en estas páginas. Casi todas esas voces, es verdad, aparecen sólo en versión castellana; sin embargo, las sintaxis y cadencias ancestrales que les subyacen— tan expresivas como turbadoras— dan una idea clara del reto comprensivo que espera a la mayoría hispanohablante de Colombia. En el amanecer de la segunda década del siglo XXI, la promulgación de una legislación que protege la diversidad lingüística del país es algo más que una bandera blanca de tolerancia: es, sobre todo, un llamado hacia la aventura en otros pensamientos y otros decires; es el fin de los pretextos para una sociedad