ISBN 0124-0854
N º 146 Agosto 2008
El 2008: un año deportivo
¿ De dónde le viene la magia, lo ritual, el poder cohesionante, la capacidad de elevar el espíritu, el aliciente, la enajenación, la ilusión, el llamado, la motivación, la fuente de riqueza, el carácter diferenciador, es decir, el sentido, a la práctica del deporte?
En el Mediterráneo, después de una faena en el mar, los marineros descansaban en el puerto y permanecían " du port ", según la arqueología hecha a la palabra deporte. Desde entonces y hasta nuestros días, cuando en una nueva cita orbital el ciclo olímpico convoca al mundo alrededor de las conquistas humanas impulsadas por la tecnología, el deporte sigue teniendo el encanto propio de una expresión sublimemente humana.
A diferencia de la corona de olivo, las loas y los cantos a los vencedores ancestrales que llevaban por los confines del mundo conocido sus proezas dignas de emular, hoy la secularización y la pretensión de profesionalización han puesto un acento mercantilista en la práctica deportiva. Sin embargo, no es la única posibilidad para el deporte.
A la práctica sistemática del deporte y la actividad física le es consustancial la
satisfacción asociada al logro de mejores condiciones de salud, tanto biológica y mental como social, al incidir en estados emocionales como ansiedad y depresión, estimular la capacidad intelectual y cognitiva, y favorecer lo estético, lo ético, lo deseable, lo conveniente. El piso axiológico del deporte incide en el refuerzo de valores sociales como la participación, el respeto, la cooperación, la amistad, el sentido de pertenencia, la competitividad, el trabajo en equipo, la responsabilidad social, la convivencia, el reconocimiento, el compañerismo y la justicia. Sin dejar de lado que posibilita, en el plano individual, la creatividad, la diversión, el reto personal, la autodisciplina, el autoconocimiento, el alcance de logros, la aventura, el riesgo, la apuesta al juego limpio, la honestidad, el sacrificio, la perseverancia, la obediencia, la autorrealización y la imparcialidad.
Es ahí donde radica todo su potencial y su poder. Porque el deporte, más que sudor y pasión, tiene poder. El poder de mejorar cuerpos y despejar mentes, de permitir la con- vivencia entre humanos y posibilitar la asunción de retos, la unión de naciones y el acercamiento entre desconocidos. El poder de encontrarle sentido a acciones