ISBN 0124-0854
N º 142 Abril 2008
Un diccionario, tal como lo define la Real Academia de la Lengua es:“ 1. m. Libro en el que se recogen y explican de forma ordenada voces de una o más lenguas, de una ciencia o de una materia determinada. 2. m. Catálogo numeroso de noticias importantes de un mismo género, ordenado alfabéticamente”. En esta historia de Jaime Alberto Vélez, el protagonista, un infortunado homónimo del poeta Julio Flórez, se da a la tarea de subvertir tal idea del diccionario y recopila una serie de expresiones para las cuales no existen términos precisos, en tanto en ellas se hace evidente la función poética del lenguaje o, como lo dice el relato,“ sugirió una estética, razonó los mecanismos propios del quehacer poético, entrevió la esencia del poetizar”.
El poeta invisible
Jaime Alberto Vélez
[…] Pues bien, casi perdidas en los márgenes de algunos libros de contabilidad, Flórez dejó consignadas algunas definiciones de palabras imaginarias que, de existir, habrían sofrenado el incontrolado afán poético. Después de leerlas, resulta forzoso lamentar la parquedad de su trabajo, pues mientras más se hubiera empeñado en escribir, menos posibilidades poéticas habría dejado y, por consiguiente, ello habría redundado en beneficio de la salud general. El exceso de poesía contribuye a su desprestigio, de la
misma manera como ninguna piedra preciosa debe su valor a la abundancia. El misterio de la poesía se debe, en buena medida, a su misma rareza y exclusividad. Cuando se ve poesía por todas partes, lo más probable es que no exista poesía por ninguna parte.
Flórez se refería a estas definiciones con el nombre de albaquía, un viejo término de contabilidad, proveniente del árabe, con el que se nombra el residuo de una cuenta. La albaquía, en realidad, representaba para Flórez un trabajo de poca monta, un balance de simples