Debemos dejarle su espacio, que pueda moverse libremente por la casa y escoger por sí mismo si quiere permanecer cerca de nosotros, no debemos atosigarle ni darle exceso de atención. Si hay espacios donde no queremos que entre, es aconsejable restringirle el acceso cerrando puertas o poniendo vallas antes que andar detrás suyo riñéndole todo el tiempo, hemos de evitar los gritos y castigos, así como tampoco es bueno saturarlo con órdenes y exigencias tan pronto. El estrés afecta al sistema cognitivo dificultando el aprendizaje, más adelante cuando el perro esté adaptado tendremos todo el tiempo para educarle y enseñarle mediante adiestramiento y paciencia.
Los primeros días es muy importante mantener unas rutinas marcadas para que el perro se acostumbre a nuestro horario y su nueva rutina de paseos, así será más fácil que aprenda a hacer sus necesidades en la calle en caso de que al llegar no lo tenga muy claro. Tampoco es bueno que vengan muchas visitas, o llevarlo de casa en casa para presentarlo a nuestros amigos y familia, ya habrá tiempo para las presentaciones en el futuro. Los paseos han de ser relajados, que olisquee y explore su nuevo entorno con tranquilidad a su ritmo, y no debemos forzarle a acercarse a cosas que le atemoricen, puede que no haya visto nunca antes un autobús o un niño en bicicleta y habrá que darle tiempo y ayudarle a acostumbrarse de forma gradual a los estímulos nuevos.