La polémica de la interfaz
Con el modelo de interfaz heredado de los procesadores de texto, al estilo de
QXP, a medida que una aplicación crece se van añadiendo opciones de menú a
varios niveles que dan acceso a cuadros de diálogo de varias pestañas, cada una
de ellas atestada de casillas, listas desplegables y botones. Para acceder
rápidamente a esas opciones, los profesionales disponen de combinaciones de
teclado equivalentes.
El enfoque de Adobe es diferente. Con vistas a mantener un modo de trabajo
consistente con Photoshop e Illustrator, y minimizar así la curva de aprendizaje, se
recurre a la metáfora visual –que al artista le resultará tan familiar– de las paletas.
Ahora bien, con la incorporación constante de nuevas funciones, éstas pueden
llegar a colonizar buena parte del área de trabajo (en una instalación simple de ID
CS2 se cuentan 38 paletas). Tal aproximación funciona bien para el retoque
fotográfico o las ilustraciones –que trabajan a nivel 'micro', de píxel, y
generalmente con una sola imagen cada vez–; sin embargo, la maquetación
requiere la interacción de muchos objetos en una página, en un pliego o, incluso,
en una publicación (nivel 'macro').
En cualquier caso, la flexibilidad de ID es innegable ya que no solo se adapta,
opcionalmente, a los hábitos de trabajo de usuarios experimentados, y
específicamente de los familiarizados con QXP, sino que permite reconfigurar todo
el mapa del teclado para acceder más rápidamente a las funciones favoritas o más
usadas.