que incluso empeoran el cuadro del mal inicial. Sea (por ejemplo) por producir daño
hepático, o por inhibir la absorción de otros medicamentos.
Estos males (según su explicación), más que un “efecto secundario”, se convierten en
una contraindicación importante, ya que empeoran el estado general del
paciente, haciéndolo paradójicamente, más propenso a la acidez estomacal. Un
sistema digestivo “acostumbrado” a un extenso tratamiento con antiácidos, en el
largo plazo generará más ácido, como mecanismo de defensa.
Entonces, ¿Cómo el ERGE puede ser solucionado con drogas que en realidad
perjudican el estado general del paciente, favoreciendo el incremento de la
enfermedad que se quiere controlar?
Esa charla con el Dr. Brown siempre la llevaré en el recuerdo. Fue para mí un
momento de quiebre, en donde realmente encamine mi investigación, y logre un
avance inmenso para poder darle forma a todos los conocimientos que había
adquirido y recopilado en tantos años.