De Hong Kong a Filipinas
Los dos enviados misioneros hicieron una
primera etapa en Hong Kong donde cono-
cieron muchas personas, escucharon sus
testimonios, se alegraron por la obra de
Dios en lo íntimo y en la vida de muchos
cristianos que viven su fe en un contexto
nada fácil. El 9 de enero partieron para Fi-
lipinas donde fueron hospedados en una
casa de formación de los misioneros del
Corazón Inmaculado de María. En los días
siguientes también visitaron la misión de
Montalbán, una parroquia de alrededor de
150 mil personas, surgida a raíz de la reubi-
cación de personas desalojadas proceden-
tes de otra zonas necesitadas cerca del mar.
En la tierra Jemer: la Camboya
El viaje continuó para alcanzar la última
etapa: Camboya. Aquí los misioneros han
logrado profundizar, con la ayuda de los
misioneros del PIME, la manera en que la
evangelización se lleva adelante en este
país martirizado por la violencia de los Je-
meres Rojos. En un país budista, donde de
15 millones de habitantes, 20 mil son católi-
cos (¡0,1%!), para los misioneros ha sido inte-
resante comprender la estrategia que adop-
tan para sembrar la Palabra de Dios y llevar
adelante una evangelización gota a gota.
En Camboya, los misioneros pudieron
hablar con el padre Mario, misionero del
PIME y Vicario general a Phnom Penh:
«hace 12 años —dijo el padre Mario a los
dos misioneros — el obispo me envió a una
zona de la capital para fundar la parroquia.
Había tres parejas cristianas. Empecé con
ellos. Luego de 10 años de labor apostólica
agradezco a Dios todo lo que ha cumpli-
do. Ahora son un centenar los cristianos
que participan en la Misa dominical; he
podido construir el Templo en ladrillos
y la casa parroquial y llevar adelante un
jardín de niños, un hospital, y un alber-
gue que acoge a los jóvenes que llegan de
las zonas rurales para poder estudiar en
AD GENTES
NOVIEMBRE · DICIEMBRE 2017
la universidad. Después de 10 años, mi-
rando estos frutos, he pedido al obispo
asumir otra zona. Ahora, desde hace un
año y medio me encuentro en una nueva
parroquia. Solo hay una persona católica,
pero a pesar de que casi todos sean budis-
tas, participan en la celebración de la Misa,
rezan y escuchan la Palabra de Dios. En
una ocasión una señora se me acercó y me
preguntó: ¿quién es aquel Jesús, del que he
escuchado hablar muchas veces durante
la Misa? En Camboya, quien es católico se
vuelve un polo contagioso y atractivo. No
hay católicos tibios. ¡Es sobre los católicos
que se funda la Iglesia!».
Enviados hasta los extremos confines
de la Tierra
«Este viaje –concluyen los misioneros– ha
sido para nosotros una infusión de nuevos
estímulos para continuar creyendo en el
poder de la evangelización. Ofrecemos al
Señor cada encuentro vivido, cada situa-
ción que hemos visto y tocado. Presenta-
mos la vida de los misioneros que dan su
vida en estos lugares, ellos creen firme-
mente en el poder de la presencia del Señor
Jesucristo y, por ende, están dispuestos a
evangelizar gota a gota sin la gratificación
que dan las grandes muchedumbres».
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