Lo contó un Silvio Berlusconi enojado, en 1986: "Yo no conozco a ninguno de estos muchachos que jugaron enfrente y nos ganaron, pero el entrenador los organizó muy bien". El fastidio del dueño de todas las decisiones en el Milan obedecía a una derrota de su equipo ante Parma, en el Meazza. Del otro lado, en el banco, había un entrenador que casi nadie conocía. Su pasado como futbolista contaba carencias técnicas ajenas a su deseo. No había consagraciones en su palmarés. Pero en aquel Parma que jugaba a jugar, el futbolista que había sido amateur era capaz de exhibir su idea de juego. Se llamaba Arrigo Sacchi y -en esos días en los que Maradona era diez y dios- tenía 40 años.
Foto: Diario Cllarín.
A fines de los años ochenta y principios de los noventa, el Milan armó un equipo que irrumpió en la historia. Por sus logros y, sobre todo, por su idea de juego. Un tal Arrigo Sacchi, alguna vez hijo y ayudante de zapatero, fue el artífice de aquel equipo estupendo.
Tomado de Diario Clarín.
DISPARADOR
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El Milan de Sacchi
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