EL DROMEDARIO
CUENTOS
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Subí corriendo al último piso para encontrar mi puerta destrozada con manchas de sangre. Entré con cuidado y sigilo para evitar ser escuchado y fui a la cocina por un cuchillo de carnicero para defenderme. Voy caminando por el pasillo y encuentro a mi gato encerrado en el baño, temblando y atemorizado. Luego voy a la habitación de mi hermana, y encuentro su cuerpo en el piso. No pude aguantar las lágrimas y decidí acercarme a su cuerpo, cuando se lanza sobre mí tratando de morderme desenfrenadamente. Estaba bloqueando su boca con la hoja del cuchillo hasta que la empujé y le clavé el arma en el cráneo. Dejó de moverse. Estaba tan asustado que no me di cuenta de toda la sangre que tenía en el pecho y en la cara. Fui a salvar a mi gato y a servirle la última lata de comida que tenía en la cocina. Me desplomé en el piso a llorar por haber matado a mi hermana, o bueno, lo que quedaba de ella. No sabia que hacer y estaba en posición fetal llorando en silencio en mi cuarto que estaba intacto. Durante mi crisis, recordé las palabras de mi padre antes de irse de viaje. Si te caes, haz lo posible para levantarte. Entonces me sequé las lágrimas, tomé una mochila que mi mamá me regaló para ir a acampar y busqué lo necesario para irme de aquí. Comida enlatada, poca ropa, botellas de agua, kit de primeros auxilios, linterna. Todo lo necesario para acampar, pero en este caso es para sobrevivir. Decidí llevarme a mi gato conmigo en su maletín de veterinario y miré mi celular para ver si tenía señal. Aleluya, una barra. Llamé a todos mis contactos hasta que mi mejor amigo contestó la llamada. Su voz estaba temblando al punto que no lo entendía. Le dije que iba a su casa para que pasáramos la noche seguros. El vive a media hora caminando, así que me puse mis botas de montaña y salí para poder sobrevivir, admirando el atardecer más hermoso que he visto.
Continuará
Por: Juan Sebastián Ríos
CUENTOS
EL DROMEDARIO
¿A dónde llegaba? No sé decirlo. Tal vez era colorido, y seguramente había una corriente de agua. Había gente, sí, pero ¿mucha? No sé. ¿Animales? Sí, ví animales, pero, ¿Había pájaros? No. Esos no estaban. Como estaba perdido, le hablé al primero que ví. No tenía muchas palabras, y se guardó casi todos sus comentarios. Me preguntó solamente una cosa: