Las leyes de inmigración de los Estados Unidos son un grupo de normas anticuadas que no abordan adecuadamente las realidades del siglo XXI, y estas leyes se dejan influenciar con demasiada facilidad por las agendas políticas cada vez que hay un cambio en el Congreso y/o en la Casa Blanca.
En la década de 1980, el gobierno de Estados Unidos sabía que el sistema de inmigración no funcionaba, pero en lugar de solucionar el problema simplemente legalizó el estatus de los indocumentados que vivían aquí. Desde la Ley de Control y Reforma Migratoria de 1986, el gobierno de Estados Unidos ha cerrado el sistema de inmigración a quienes más lo quieren y lo necesitan, las personas de países del tercer mundo.
Los inmigrantes que se beneficiaron de la amnistía de 1986 desempeñaron un papel importante en el crecimiento económico de este país en los años noventa. Ahora, mientras nuestra economía se está recuperando después de COVID, necesitamos hacer las reformas necesarias para que los inmigrantes de hoy puedan participar plenamente en el proceso de recuperación económica y el crecimiento social
en Estados Unidos.