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El último informe recientemente publicado
por el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo afirmó que “la desigualdad en América
Latina y el Caribe es persistentemente alta”.
Esto volvió a poner de relieve una de las características mas notorias de una región que alberga a cerca de 650 millones de personas. Y es que con excepción del África subsahariana, no hay otro lugar en el mundo en donde tanto la riqueza como el ingreso y las oportunidades estén tan mal repartidas. La pandemia solo agravó esta situación.
Cerrar la brecha económica, política, social y educacional en Latinoamérica ya no es una cuestión de importancia moral, sino de supervivencia y seguridad. De lo contrario los menos van a terminar viviendo “encarcelados” en pequeños enclaves de su creación y rodeados de aparatos policiales y militares que los defiendan del justo reclamo de aquellos que ya no tienen nada que perder. Y ya sabemos que quien no tiene nada que perder
está dispuesto a todo.
EDITORIAL
Un llamado de atención