muy bien que la policía no hacía más que cumplir con su deber. A mí ya me habían pasado
algunas cosas muy duras, dos o tres, pero a él no; así que fue un verdadero golpe para él,
darse cuenta, de pronto, que la vida era algo más que un largo partido de basket, fue un buen
golpe. Casi siempre nos íbamos a dar un paseo en su viejo Ford. Autopista arriba autopista
abajo. Hasta el aeropuerto y vuelta. O nos llegábamos al Cree-Mee que es un drive-in 1 , y nos
quedábamos sentados en el coche tomando una Coca-Cola y escuchando la radio.
»La radio estaba siempre encendida, nosotros no teníamos nada que decirnos. Muy de
vez en cuando, Bobby me contaba cuánto había querido a Nancy, y que ya no podría nunca
jamás interesarse por otra chica. Bueno, yo pensaba que Nancy no lo hubiera querido así y se
lo decía a él. Recuerdo, creo que fue el lunes, que bajamos con el coche hasta el río,
aparcamos en el puente. Desde allí se ve la casa, la casa de los Clutter. Y parte del campo: los
frutales del señor Clutter y los trigales perdiéndose en la lejanía. Allá lejos, en uno de los
campos, ardía una fogata: estaban quemando cosas de la casa. Dondequiera que fuéramos,
siempre había algo que nos lo recordaba. En las márgenes del río, había hombres con redes y
palos que andaban pescando. Pero no pescando por pescar, Bobby dijo que buscaban las
armas. El cuchillo. La escopeta.
»A Nancy le encantaba el río. Las noches de verano solíamos montarnos las dos a
lomos de Babe, esa yegua gorda y gris de Nancy, ¿sabe? Nos íbamos directamente al río y nos
metíamos en él. Luego Babe se iba al bajío mientras nosotras tocábamos la flauta y
cantábamos. Hasta que nos entraba frío. Me gustaría saber qué ha sido de ella, de Babe. Una
señora de Garden City se quedó con el perro de Kenyon. Se quedó con Teddy. Pero el animal
se le escapó, se volvió otra vez a Holcomb. Ella vino y se lo volvió a llevar. Y yo tengo el
gato de Nancy, Evinrude. Pero Babe, imagino que la venderán. ¿No le hubiera parecido
odioso a Nancy? Se hubiera puesto furiosa. Otro día, la víspera del funeral, Bobby y yo
estuvimos sentados junto a la vía viendo pasar los trenes, realmente tonto. Como ovejas en
una ventisca. De pronto, Bobby se levantó y dijo: "Tenemos que ir a ver a Nancy. Tenemos
que estar con ella." Fuimos en el coche hasta Garden City, a la casa de pompas fúnebres
Phillips que está en la calle Mayor. Creo que el hermano pequeño de Bobby estaba con
nosotros. Sí, seguro que estaba. Porque recuerdo que fuimos a buscarlo a la salida del colegio.
Y recuerdo que él dijo que no iban a dar clases en ninguna escuela al día siguiente, así todos
los niños de Holcomb podrían ir al funeral. Y estuvo diciéndonos lo que pensaban sus
compañeros. Nos dijo que estaban convencidos que había sido obra de un «asesino a sueldo».
Yo no quería oír ni una palabra de semejante cosa. No eran más que chismes y habladurías,
dos cosas que Nancy detestaba. De todos modos, a mí poco me importa quién lo hiciera. De
alguna manera me parece como si no tuviese nada que ver. Mi mejor amiga se ha ido. Saber
quién la ha matado no va a traerla de vuelta. ¿Qué importa? No querían dejarnos entrar. En la
casa de pompas fúnebres, me refiero. Nos dijeron que nadie podía «ver a la familia». Excepto
los parientes. Pero Bobby insistió y al final, el director de la funeraria (conocía a Bobby y
supongo que le daría lástima) nos dijo que estaba bien, que entráramos, pero advirtiéndonos
que no se lo dijésemos a nadie. Ahora yo preferiría que no nos hubiese dejado entrar.
«Los cuatro ataúdes, que ocupaban casi por completo el saloncito lleno de flores, iban a
estar cerrados durante el funeral (cosa muy comprensible, porque a pesar de los cuidados
tomados para mejorar la apariencia de las víctimas, el efecto que producían era inquietante).
Nancy llevaba puesto su vestido de terciopelo cereza, su hermano una camisa escocesa de
tonos vivos; sus padres estaban vestidos de modo más sobrio, el señor Clutter con un traje de
1
Drive-in. En este caso, restaurante para automovilistas, también puede ser un cine, banco, teatro, etc. Donde
se utilizan sus servicios sin descender del coche. (N. del T.)
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