misteriosamente de las sombras de los bosques, dijo al tribunal que el acusado había vivido
con él más de dos años.
-Perry era un muchacho simpático, querido en toda la vecindad; que yo sepa, no hizo
nunca nada que no estuviera bien.
El fiscal le interrumpió aquí y también interrumpió a Cullivan cuando dijo:
-En el tiempo en que tuve ocasión de tratarle, en el ejército, Perry fue siempre un
muchacho muy simpático.
El reverendo Post sobrevivió algo más porque no intentó alabar al acusado, sino que
describió de modo benevolente su encuentro en Lansing.
-Conocí a Perry Smith cuando vino a mi despacho, en la capilla de la penitenciaría con
un dibujo a pastel hecho por él, representando la cabeza y los hombros de Jesucristo. Quería
regalármelo para la capilla. Desde entonces está en la pared de mi despacho.
Fleming dijo:
-¿Tiene usted alguna fotografía de ese cuadro?
El ministro tenía un sobre lleno pero cuando las sacó evidentemente para distribuirlas
entre los jurados, un Logan Green exasperado se puso en pie de un salto.
-Con el permiso de Su Señoría, creo que la cosa ha llegado demasiado lejos...
Su Señoría hizo que la cosa quedase allí.
Entonces se requirió la presencia del doctor Jones y después de los preliminares que
habían acompañado su primera declaración, Fleming le hizo la pregunta crucial:
-A partir de sus conversaciones y examen, ¿sabe usted si Perry Smith distinguía el bien
del mal cuando tuvo lugar la ofensa que se discute en este juicio?
Y una vez más, el tribunal advirtió al testigo:
-Conteste sí o no. ¿Lo sabe usted?
-No.
Entre murmullos de sorpresa, Fleming, sorprendido también, dijo:
-¿Puede explicar al jurado por qué no lo sabe?
Green objetó:
-El hombre no lo sabe y basta.
Lo que era cierto, legalmente hablando.
Pero si al doctor Jones le hubieran permitido explicar la causa de su indecisión, hubiera
declarado:
-Perry Smith presenta síntomas indiscutibles de una grave enfermedad mental. Su
infancia, que él me relató y que yo verifiqué con los informes del archivo de la penitenciaría,
se caracterizó por la brutalidad e indiferencia de ambos progenitores. A lo que parece, ha
crecido sin orientación, sin amor y sin asimilar nunca un sentido claro de los valores
morales... Capta con hipersensibilidad todo lo que sucede a su alrededor y no presenta
síntoma alguno de confusión. De inteligencia superior a la media, posee una buena cantidad
de información, considerando la escasa educación recibida... En los rasgos de su personalidad,
destacan dos claramente patológicos. El primero es su «paranoica» orientación hacia el
mundo externo: es receloso y desconfiado, tiende a creer que los demás lo discriminan, que
no son justos con él y que no lo comprenden. Hipersensible a las críticas, no puede soportar
que se burlen de él. Capta inmediatamente el desprecio o la ofensa y con frecuencia interpreta
mal palabras bienintencionadas. Siente que necesita amistad y comprensión pero se resiste a
confiar en los demás y cuando lo hace espera ser mal interpretado o incluso traicionado. Al
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