A Pablo Antonio Pizzurno. | Page 25

Pablo, el maestro Vieja cabeza, corazón de niño, Como raíz que se resuelve en flor; Pulcro, elegante en su modesto aliño; Templo de obrero en alma de señor. Barro mortal que blasonó el armiño; Cara sonriente, aunque en su cruz dolor; ¡todo por bueno se le fue en cariño, Al que a la gloria prefirió el amor! Dulce su nombre, amargo el ejercicio De desmontar con la virtud el vicio, sembrar estrellas donde no hubo luz. ¡Pablo! Tu acción te consagró «El Maestro» Tus libros fueron como el Padre nuestro Del noble corro que adoró Jesús. Mary Rega Molina