A Pablo Antonio Pizzurno. | Page 23

Pablo A. Pizzurno En su muerte Tus manos tan fecundas de sembrador, Volcaron en el surco tanta semilla, Que el más valiente luchador se humilla Frente al prodigio de tu gran amor. Tuya fue la verdad. Conquistador Del alma nueva y la razón sencilla, Usabais como espada la cartilla Y el libro fue tu escudo protector. Los ojos turbios… dolorido el gesto, Postrada el alma y la oración de armiño, Porque enseñasteis a escribir, mamá… José F. Cagnin