Pablo A Pizzurno
La vida fue su mar: nave gigante
La escuela; timonel, su alma sencilla, y el niño, esa
suprema maravilla,
Lo hizo luchador perseverante.
¡Maestro y soñador! Su palpitante
Palabra tiene vuelos de avecilla.
Y su fe es una lámpara que brilla
Y su idea una chispa fulgurante.
Guió destinos, forjó espíritus llenos
De inquietud y saber, y en los serenos
Embotes del vivir, brindó cariños;
Tan sólo a la bondad pudo acogerla,
Y engarzó el corazón como una perla
En el oro del alma de los niños.
Félix B. Visillac.
Gualeguaychú
marzo – 26 - 1940