María Consuelo
Una obra de Francisco Villalobos Montemayor
Yo nací con el nombre de María Consuelo Torres Gutiérrez en Tlaxcala, aunque el nombre de “María Consuelo” se me hace un nombre feo y ahora todos me conocen como Martha. Bueno, yo era la 4 hija de un matrimonio que llegó a tener un total de 12 chamacos. Aparte de de esto, no éramos como todas las otras familia, buscábamos trabajo en diversos pueblos, un par de años acá, otros cinco años allá. Durante mi niñez nunca tuve un hogar permanente y estable.
Recuerdo que para cuando tenía alrededor de siete años yo ya empecé a trabajar. Hacía de prácticamente todo, lavar la ropa, limpiar, cocinar y ayudar con animales de ganado. Esto no era tan malo, solo que no recibí educación verdadera durante esos primeros años de mi vida. Traté repetidas veces de entrar a la escuela, pero mi padre siempre me descubría y mi madre era la que sufría las consecuencias. Cuando mi padre golpeaba a mi madre, mis pesadillas se volvían realidad. Mi papá se ponía así cuando mi madre decía algo que a él no le agradaba o lo criticaba por ser alcohólico. Yo liberaba mi miedo y disgusto por sus acciones con mis hermanas, ellas se volvieron en mis mejores y más cercanas amigas.
Después de tiempo de ir de pueblo en pueblo, llegamos a Puebla, donde por fín pude vivir en paz, aunque esto no duró mucho. Debido a la falta de trabajo en Puebla tuve que tomar la dura decisión de ir a vivir por mí misma a la ciudad. Así que agarré un camioneta que se dirigía a una ciudad del norte llamada Monterrey.
Cuando llegué a Monterrey noté que casi todo era diferente, mucho más industrial. En ese momento no hacía falta de carros en Puebla pero aquí parecía que sobraban carros. En fin, las familias para las que trabajé aquí eran por lo general muy amables y solidarias. En una de estas familias me topé con un caso muy particular. Era una familia de tres hijos y un padre viudo, tengo que decir que ellos eran bastante reservados. Hablando con los vecinos junté las piezas que faltaban y descubrí que la madre de los niños había muerto hace un par de años debido a cáncer de mama, eso por obvias razones agitó mucho a todos y los dejó en muchísimo dolor. Llegué a conocer más a los niños y tengo que decir que me encariñe de ellos. Su padre se llamaba Leopoldo, un hombre trabajador y fuerte, sin embargo, me daba la impresión de que él se sentía vacío. Luego aprendí que era muy bondadoso pero no le gustaba verse débil frente a los niños. Una cosa llevó a la otra y terminé casándome con él. Y juntos vimos crecer a esos tres pequeños, pero esa es una historia para otro día.