ra únicamente. Otro, quedó sumamente contento con sólo tres líneas negras y un pedazo
de madera sobre un amplio terreno blanco y
un tercer individuo tuvo la brillante idea de
pintar cierto "número de círculos” sobre dos
metros cuadrados de lienzo. El cuarto usó por
lo menos seis libras de pintura para hacer una
de tres autorretratos, pues, según él, no lograba saber si su cabeza era verde, o amarillo
azufre, circular o angular, ni si sus ojos eran
rojos, o azul cielo, o lo que fuera. En este
"grupo de lunáticos», los espectadores de la
exposición usualmente cabecean y sonríen. No
sin causa, por supuesto. Pero cuando reflexionamos y pensamos que todas estas "obras de
arte" no han sido erradicadas de las polvorientas esquinas de estudios abandonados, sino de
las colecciones de arte y museos de las grandes
ciudades, donde algunas de estas todavía chocaban con la mirada de un público atónito durante los primeros años posteriores al ascenso
del Führer al poder, entonces ya deja de ser
una cuestión de risa: entonces tan sólo podemos atragantarnos con nuestra furia que gente tan decente como la alemana pudiese haber
sido abusada tan asquerosamente.
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