Brescia , 15 de abril 1611
Querido El Greco,
insististe tanto que viniera a Toledo para
colaborar en la realización de diversos encargos que al
final vine y me hospedé en tu casa más de seis meses.
He colaborado con gran entusiasmo en tu taller, me has
tratado como un amigo y colega, pero decidí regresar a
Italia por culpa de tus asistentes y especialmente tu hijo
Jorge Manuel, estaban celosos de mi trabajo y tus alabanzas hacia mí. Ahora ya sabes por qué tan repentinamente decidí abandonar Toledo. Estoy arrepentido
de esta decisión apresurada. Estaba acostumbrado a la
vieja rutina de tu casa, las cenas con música, la atención de doña Jerónima de las Cuevas y ahora me encuentro solo, aburrido y sin ningunas ganar de pintar.
Afortunadamente estoy mirando el gran lienzo de Laocoonte que insististe tanto en darme cuando me fui. Es
como si fuera una obra mía, porque alguna mano puse
en ella. Algunos colegas pintores lo han visto, pero
encuentran desconcertante estas formas nuevas e innovadoras. Peor para ellos. Lo he puesto en el salón en
lugar del medallón de Miguel Ángel. Si alguien viene de
Toledo te haría llegar una obra mía, recuerdo que
deseabas tener una. Espero que comprendas y perdones mi comportamiento. Serás siempre mi amigo.
29