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La confianza es el factor clave EDITORIAL El 24 de abril de 2020 la vicepresidenta ejecutiva de Venezuela, Delcy Rodríguez, informó de la ocupación temporal, por 180 días, de la empresa Coposa en el estado Portuguesa (productora de aceites comestibles) y de la activación del procedimiento de ventas supervisadas a Empresas Polar, Plumrose y un matadero en Turmero, estado Aragua, porque se habían convertido en “marcadores especulativos” que afectan a la población en general. Estas medidas de control de precios y tutelaje por parte del gobierno de importantes empresas nacion- ales, supone en la mente de los consumidores la vuelta al esquema de controles a los supermercados y la distribución irregular de alimentos; la misma situación del período 2015-2018, anaqueles vacíos y aparición del fenómeno del “bachaqueo”. Esta situación genera compras nerviosas, la reaparición de las largas colas en los mercados que, con la medida de restricción del contacto social debido a la pandemia por la covid-19, torna de cuidado la situación. Las empresas resentirán los efectos de esta medida, aunque ya era difícil el ambiente para producir de manera viable y sostenida, si el gobierno no procura el equilibrio, se teme la imposición de un nuevo sistema de distribución de alimentos público, con las fallas y aciertos que esto supone, estaría instaurándose por vía de la excepción el control estatal casi absolutamente de los medios de producción de mayor importancia en Venezuela. Si por el contrario, como se anunció desde Miraflores, la idea es poner coto a los marcadores especulativos y procurar mejores precios acordados, entonces se mate- rializará un avance en la mejor atención del estado excepcional que padecemos. El gobierno no confía en los marcadores privados de precios de divisa que existen en el mercado (Moni- torDolarVe, DolarToday, AirTM, DolarPro, DólarCúcuta o LocalBitcoin) y por supuesto desean que los particulares -productores, distribuidores, supermercados y consumidores- usen el marcador del BCV, pero este, aunque generalmente fija un precio menor al del resto, pareciera igual de especulativo. En todo caso, pueden acordarse precios en divisas (USD). La diatriba es, a cuál indicador hacerle caso, el gobierno quiere que se use el indicador BCV, pero los agentes económicos están comprando a otras tasas, pues no hay confianza en el mercado entre ninguno de los actores. Mientras esto ocurre, se desarrollan otros marcadores para productos en específico, que viene dictado por la tendencia de los precios de grandes distribuidores, allí está el meollo de lo que busca el gobierno; cómo hacer para que estos indicadores sean reales y no especulativos, a tal punto que distorsionen el mercado general de los precios. Debemos aclarar que los mercados especulativos, son aquellos que establecen los precios de acuerdo con las apuestas de los operadores económicos. Estos precios son creados con el objetivo de hacer predicciones del valor real de un producto determinado. Con un panorama económico actual, es lógico que los empresarios tengan un severo problema a la hora de fijar los precios y por ello debe realizarse en muchas oportunidades de forma azarosa. Son demasiados los gastos potenciales sometido a la incertidumbre; desde, sí dispondrás de gasolina para trasladar tu producto, el precio de reposición de los inventarios y cómo protegerse de la hiperin- flación, hasta la adquisición de dólares para comprar materias primas. Hoy con la pandemia, esta incer- tidumbre para proveer la oferta en el mercado, se constituye en el elemento primordial para la inestab- ilidad de precios. El factor clave es la confianza, esperemos que las mesas de trabajo propuestas, entre el gobierno y los empresarios, puedan generar ese estado de sinergia que propicie la seguridad en la relación económica y se establezcan mecanismos definitivos para tranquilizar a los ciudadanos, que hoy padecen un alza de los precios de diferentes rubros, luego de dictadas estas medidas por el Ejecutivo Nacional.