25 años CLN Mayo 2017 | Page 38

¿Quién educa a quién? Si algo he aprendido enseñando en Los Nogales es que no hay un lugar común más errado que el de ver al adolescente como alguien frívolo, contradictorio e intelectualmente perezoso. U no de mis estudian- tes, que sabía que en el Colegio sabíamos que él fumaba, se me acercó un día después de clase para reco- mendarme, muy seriamente, que hiciera como él y dejara de fumar: –En serio Pacho – me dijo – debería intentarlo. Por su bien. En otra clase, con otro cur- so, me negué a seguir discu- tiendo sobre un concepto que, a mi parecer, nos desviaba del tema central de la discusión. Decidí zanjar la polémica con un zarpazo retórico: – ¡Eso no se puede explicar! – les dije, ya un poco alterado. – Pero Pacho, usted nos dijo una vez que todo lo que puede ser pensado puede ser explica- do. Este joven con cresta se refería a una cita de Wittgens- tein que yo me había sacado de la manga unos meses atrás con la idea de estimularlos a escribir con claridad. En mi curso de Romanticis- mo hace un par de años, un estudiante de moral intacha- ble presentó un extenso ensa- yo en el que sustentaba con solidez cómo, según lo que ha- bíamos estudiado sobre ese período, las personas de nues- tro entorno que mejor repre- sentaban el ideal romántico eran, sin lugar a dudas, los narcotraficantes. Cuando tuve que llenar una carta de reco- mendación para él, no dudé en citar ese trabajo como su mayor logro académico en mi materia. Yo sé que el cigarrillo me hace daño, pero relativizo el problema de tener un vicio por que me reconozco incapaz de tener la determinación de dejarlo. Además, eso de fumar no me parece tan grave. En cuanto a la incoherencia, como todos los de mi generación, tengo asimilado que contrade- cirse es un derecho. Trato de no hacerlo, pero no tengo pro- blema en retractarme y expli- car las razones de un cambio de opinión. Frente a la realidad que nos rodea, tiendo a asumir una po- sición radical y poco compasi- va. Creo que todo el que co- mete un delito es un delin- cuente, sin importar las circunstancias atenuantes. Así mismo, creo que debe purgar una pena. A veces no me tomo el trabajo de pensar con pro- fundidad sobre los problemas sociales que nos agobian. Si algo he aprendido enseñando en Los Nogales es que no hay un lugar común más errado que el de ver al adolescente como alguien frívolo, contra- dictorio e intelectualmente perezoso. Los estudiantes de este Co- legio se toman todo muy en serio (a veces demasiado); son verticales en cuanto a sus con- vicciones (a veces erradas) y piensan con profundidad so- bre su colegio, su familia y su país (a veces no logran articu- larlo). Creo firmemente que el nivel de compromiso que de- muestran conmigo no se expli- ca de otra forma que por su afán de educarme. Francisco Barrios // Profesor de Español Secundaria Básica Colegio Los Nogales | 37