Desde el salón de clase
…creo que la educación que ofrecemos se trata precisamente de
eso: de ampliar y enriquecer, desde el salón de clase, el mundo de
nuestros estudiantes.
L
primera expe-
riencia pedagógica
en la que pienso su-
cedió en el Coliseo, en una
Jornada Pedagógica, duran-
te mi primer año en el Cole-
gio. Esa jornada estaba de-
dicada al respeto por las di-
ferencias
y una de sus
actividades fue la lectura de
varios testimonios de miem-
bros de la comunidad. Uno
de esos testimonios tocaba
una situación muy difícil de
aceptar para muchas perso-
nas en nuestra sociedad y
su inclusión como parte
central de la jornada fue
una muy grata sorpresa para
mí. Lo tomé, y lo sigo to-
mando, como una prueba
de la congruecia del Colegio
entre los valores que pro-
mueve y los que vive en su
realidad cotidiana.
a
La segunda que recuerdo
muy especialmente fue una
clase en la que discutimos el
uso de animales con el fin
de aprender cómo funcio-
naba nuestro sistema ner-
vioso. Al preguntarles qué
pensaban al respecto, algu-
nos niños dijeron que no les
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parecía justo, pero de inme-
diato surgieron las opinio-
nes que controvertían esta
posición. Si bien no lo con-
sideraban ideal, les parecía
más apropiado que hacer lo
mismo con personas. Ya ter-
minada esta discusión dejé
planteada otra: les pregun-
té a todos aquellos que esta-
ban en contra de la experi-
mentación con animales si
no deberían pensar lo mis-
mo acerca de su empleo en
eventos como las corridas
de toros. Varios reacciona-
ron en contra de esta pre-
gunta, diciendo que no eran
situaciones similares y no
podían ser comparadas. Esa
última discusión quedó mu-
cho más abierta que la pri-
mera y, sin embargo, me
sentí muy satisfecho de ha-
ber planteado las dos y de
haber escuchado los razona-
mientos que mis estudian-
tes ofrecieron.
Aunque estas discusiones
no se resolvieron, creo que
la educación que ofrecemos
se trata precisamente de
eso: de ampliar y enrique-
cer, desde el salón de clase,
el mundo de nuestros estu-
diantes. Llevarlos a pensar,
a cuestionarse y a definir
posiciones. Esto no sería
posible sin el respaldo de
un colegio que cuando ha-
bla de respetar las diferen-
cias, realmente lo hace.
Quiero insistir en este pun-
to porque nuestra realidad,
la realidad de nuestros estu-
diantes, es en gran medida
la del salón de clase; y es
desde esa realidad, que po-
demos hacer lo posible por
ir ampliando y enriquecien-
do su mundo.
Es muy común, casi un
lugar común diría yo, decir
que el salón de clases es dis-
tinto al “mundo real”; espe-
ro haber ofrecido un punto
de vista nuevo con esta pe-
queña reflexión. Al fin y al
cabo, también en los salo-
nes de clase opera la ley de
la gravedad. Y en Los No-
gales esto ha venido suce-
diendo durante 25 años.
Jaime Alberto Gómez
// Profesor de Ciencias 4º
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