Nuestros Niños Ahora
con los jóvenes peruanos. Me sentí lleno de energía cuando vi a estos
jovencitos. Ellos estaban usando ropa gastada, pero podía sentir la pasión
que tenían al alabar al Señor.
Nuestra siguiente misión era construir el baño para una iglesia. Para
instalar el techo, tuvimos que conectar cables de hierro sentados en la
parte superior de unos tablones de madera estrechos y nuestras piernas
colgaban en el aire. Parecíamos pájaros sentados en cables. Después de
sacos de cemento, arena, piedras en movimiento, y verter la mezcla de
cemento en el molde con nuestras propias manos, realmente parecíamos
trabajadores de construcción. Eramos trabajadores de Jesús pero ahí nos
convertimos en realidad en trabajadores. Disfruté de las conversaciones
con los miembros de nuestro grupo, y fue una gran alegría ofrecer mi
tiempo para Dios. Cuando regresamos al hotel esa noche, mi cuerpo
estaba cubierto de cemento. No había agua disponible por la noche, así
que tuve que cepillarme los dientes y lavarme la cara con una botella de
agua. Podía oler el cemento que había en mi nariz, incluso durante mi
sueño. Me hizo pensar acerca de los mayores sufrimientos por los que
Jesús atravesó.
Cuando estábamos a mitad de nuestro itinerario, tuvimos tiempo para
orar por los niños de Perú en una iglesia rural. Debido a que no hablo
español y los niños no entienden inglés, oré por ellos en coreano. Mientras
orábamos por muchos de ellos, vi a mi hijo orando solito de rodillas
sobre el suelo sucio. Me enorgullecí de él, pero a la vez me entristecí.
El se veía tan solitario atravesando su adolescencia solo, con sus padres
siendo indiferentes a sus diversos retos. Creo que fue Dios quien me hizo
darme cuenta de esto. Me arrodillé al lado de mi hijo lo abracé y oré en
voz alta. Sentía que las lágrimas caían por mis mejillas. Sentí un amor
muy profundo por mi hijo otra vez desde lo profundo de mi corazón.
Confesé mis pecados delante de Dios y le pedí perdón. Esa noche cuando
regresamos a nuestro hotel le dije a mi hijo que deberíamos volver al
momento donde nos encontrábamos antes, donde no teníamos nada
de amargura entre nosotros y éramos felices de tenernos el uno al otro.
Hicimos la promesa que nunca más discutiríamos sobre quien estaba en lo
correcto y quién no.
Al siguiente día, compartí nuestra decisión con nuestro grupo. Quería
ganar la batalla contra Satanás a través de proclamar nuestra resolución.
Nuestro grupo nos bendijo y oraron por nosotros. Yo estaba colmado
de gozo. Estando en Columbus, cuando pienso en lo pasado, veo que las
cosas han cambiado significativamente. Aunque los desacuerdos vienen de
vez en cuando, ya no soy movido más por ello y trato de hacer lo mejor
para entender a mi hijo. No caeré en las trampas de satanás nunca más.
Alabo a Dios por lo que Él ha hecho, Él es nuestro buen Dios y continúa
trabajando en nuestras vidas cada día.
El ultimo día del
viaje misionero,
Matthew y el
hermano Jin Yong
estaban visitando
la última iglesia.
Antes de partir
para el aeropuerto
internacional
en Lima, ellos pasaron las últimas 2 horas
compartiendo con los niños. Entonces, en el
último minuto, algo extraordinario sucedió.
A través del patrocinio de Jin Yong Oh,
la familia puede comprar alimentos
para su sustento diario.
Encontraron que 3 niños no tenían padrinos.
El fuego del Espíritu Santo vino al corazón del
Jin Yong diciendo: “Estos son los niños que
nuestro Dios ha confiado a mi familia”
No tenía ninguna duda sobre eso. Así, de
inmediato se comunicó con el personal de COJ
y los 3 niños se convirtieron en la familia de Jin
Yong.
Desde ese día estos 3 pequeños alcanzaron la
esperanza y nuevos sueños en el Señor nuestro
Dios y se convertirán en el ejército del Dios
viviente para esparcir el fuego que entró en sus
vidas a través de un siervo obediente del Señor
Jesús.
¡Aleluya!
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