2 Generaciones Número 6 | Page 3

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MAGGIE CONTRERAS MÉXICO

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¡HOLA GÜEY!

En otra ocasión, resolviendo un ejercicio en el pizarrón, una de las chicas empezó a escribir la “R” orientada a la izquierda, lo cual me pareció anormal además de incorrecto, porque me daba la impresión de ser como los trazos que utilizan cuando grafitean .

Le cuestiono, preocupada, si tenía algún problema de Dislexia. Ella extrañada me preguntó por qué y qué era eso. En la forma más sencilla le contesté, “quienes tienen ese problema escriben como en espejo, así como estás haciendo la R”. Respirando aliviada, me contesta “Ah! No, nomás es como adorno”.

Lo que siguió fue el correspondiente sermón en el que les pedía que establecieran la diferencia entre escribir mensajes a sus amigos y la formalidad que requerían sus trabajos escolares que más tarde podrían ser un reporte o informe laboral. Cabe aclarar, que se trata de una escuela donde egresan con una carrera técnica y nivel de bachillerato, entonces la edad de los alumnos es de 16 a 18 años.

¡La plena evolución de la adolescencia! Yo diría más bien, ¡la plena revolución!

Como estas fueron muchas situaciones, algunas con poco éxito en cuanto al aprovechamiento, otras muy simpáticas dada la creatividad y alegría de los muchachos y otras más con la satisfacción de haber aportado algo, por poco que fuera al cumplimiento de esa etapa.

Interesada en entenderlos,

empecé a buscar información

y encontré lo siguiente:

Conflicto Generacional

El Médico de Familia inglés,

Ronald Gibson, comenzó una conferencia

sobre conflicto generacional,

citando cuatro frases:

En mis días de trabajo en la escuela, siempre pensando en contribuir a la formación de los chicos y queriendo no sólo instruirlos académicamente, les hacía observaciones con la intención de mejorar su comportamiento, de corregir lo que consideraba poco educado de acuerdo a mi formación, que de hecho no tenía que ser la de ellos.

Todos los días escuchaba su peculiar saludo “Hola güey!” o más corto, “Qué onda, güe!” , lo escuchaba indistintamente en chicos y chicas, que según yo, era impropio y más en ellas. De acuerdo a mi educación y a muchos contemporáneos, el “güey” no sólo es una palabra de uso corriente, sino hasta ofensiva de acuerdo al tono o intención con que se diga.

Realizando mi rutina de maestra, un día, acabándolos de escuchar, saco mi Lista de Asistencia y les digo: “Oigan, ¿No creen que sus papás hicieron un esfuerzo en elegir su nombre, se tomaron su tiempo para decidirlo e, incluso, hicieron fiesta para el Bautizo o, cuando menos, pagaron en el Registro Civil para que se los pusieran? Y ustedes, a todos les dicen Güey”.

“Pues entonces, para no perder tiempo en pasar lista, bastará que les diga Güey y me contestan todos “presente”…”.

No contaba con la agilidad de uno de ellos que, inmediatamente me contesta:

“No maestra, si usted hace eso, entonces no va a saber cual Güey faltó”

Sí, ya sé que les causó risa, lo mismo me pasó a mi.