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Wilfredo Miranda Aburto
“El gran artista edifica en torno a sí su propia soledad
y se asfixia adentro. Tal es su destino.”
José Ortega y Gasset
Dos poetas menores caminaban por una avenida costarricense. Acababan de salir del Hotel Sheraton dónde uno vivía y el otro se alojaba. Ambos poetas intercambiaban visiones de la vida engarzadas en versos. Mientras avanzaban, un borracho inconsciente, yacía tendido en la acera.
El poeta que vivía en el Sheraton, al contemplarle, le dijo al poeta que se alojaba en el Sheraton, “alcanzó la gloria pueta”.
Sea mito o verdad la anécdota antes contada, no viene al caso dilucidarla. No vale la pena. Es para siempre el poeta inquilino del Hotel mito antes y después de su muerte:
Hablamos de Carlos Martínez Rivas (CMR): el poeta que asqueaba el éxito. El poeta que eligió Altamira D´ Este, casa No. 8 para refugiarse del “vasto mundo plástico, supermodelado y vacío”. El poeta que no le interesaba tener un público. El poeta raro, huraño, rebelde.
El poeta verdaderamente bohemio. El poeta que anheló la perfección de la palabra. El poeta que rayaba las paredes… El poeta sin ideas, ni ideales, ni ideologías, que sólo tenía pensamientos. Pensamientos que se marchitan como las flores.
CMR nació en Guatemala el 12 de octubre de 1924 debido a circunstancias laborales de su padre (Pedro Martínez Leclair). CMR es el menor de tres hermanos varones, todos hijos de su madre Berta Rivas Novoa.
La familia Martínez-Rivas regresó a Nicaragua el 31 de marzo de 1931, y a su llegada se encontró con una catástrofe Nacional. Con una mañana aciaga: el terremoto de Managua, según expone una cita textual de los escritos de CMR, recopilados y ordenados por Pablo Centeno-Gómez, en el libro compilación de la obra, Poesía Reunida de CMR.
Entre los años 1930-43, CMR cursó sus estudios de secundaria en el internado del Colegio Centroamérica en Granada, regido por jesuitas. Allí, el joven poeta comenzó a destilar su carácter de inconformidad para con el mudo que lo rodeaba. Espeta en sus memorias que los “internos eran tratados con una disciplina feroz y estúpida, sufríamos años de absurda separación del contacto con las personas más queridas”.
Sin embargo, es en el mismo colegio a los 15 años, que gana un concurso nacional de poesía y sorprende por lo novedoso y personal de los versos, develando su precocidad y talento literario, expone Centeno-Gómez.
los “internos eran tratados con una disciplina feroz y estúpida, sufríamos años de absurda separación del contacto con las personas más queridas”.
Sin embargo, es en el mismo colegio a los 15 años, que gana un concurso nacional de poesía y sorprende por lo novedoso y personal de los versos, develando su precocidad y talento literario, expone Centeno-Gómez.
CMR se hincha de lecturas gracias al norte literario brindado por José Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra y Joaquín Pasos. Leyó a los autores del Siglo de Oro Español, fue incisivo con Cervantes, Darío, Shakespeare, Vallejo, Neruda, Whitman, Verlaine, entre otros maestros.