2 Generaciones Número 4 | Page 34

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Diana Toscano

Me he preguntado desde hace tiempo, qué es lo que hace una persona cuando en casos extremos el cuerpo no obedece y a pesar de lo que parezca esa persona sigue estando ahí, adentro. Por supuesto hay grados de gravedad en casos así. Estando en estas circunstancias, nos hacemos conscientes de nuestra corporalidad y su limitación.

Mi proceso experiencial comenzó cuando un día me encontré pudiendo decir escasamente 4 ó 5 palabras, producto de las diversas lesiones cerebrales que me produjo la Esclerosis Múltiple. Imagínense mi sorpresa al darme cuenta de que, a pesar de ello, podía cantar y podía expresar a una persona muy diferente a la que fui, a la que ahora soy… Bendito el lenguaje más allá de las palabras. No pudiendo ser decodificada fácilmente logré volver a hablar de la mano de mi terapeuta de lenguaje, quien fue uno de los muchos ángeles en esta tierra que Dios puso en mi camino. Mi estructura mental ahora es otra, lo que quiero expresar es distinto, mi necesidad de comunicarme es diferente y mis recursos para establecer la comunicación con los demás también lo son. Lo que he vivido y el expandir mi comprensión sobre estos mecanismos en muchos niveles, me ayuda a escuchar lo que dicen las personas de una manera distinta. No paro de reaprender, no paro de observar lo que antes nunca vi.

Independientemente de las funciones corporales, hay otras funciones necesarias para la sobrevivencia y que de algún modo tomamos por naturales porque lo hacemos todos los días, todo el tiempo. De algunas de ellas nos hablan de manera teórica, pero no se nos habla de lo que hay tras bastidores. Esta falta de conocimiento hace que sea fácil encasillar y limitar aquello que realmente son. Están ahí, las utilizamos pero no sabemos cuál es su origen y fin último.

En mi experiencia, yo no sabía cuánto dependía de mi cuerpo para experimentar este mundo en esto que llamamos la vida. ¡Se me había quemado la interfaz! No podía controlar muchas funciones de mi cuerpo y sin embargo, yo seguía ahí encerrada en una caja de cristal consciente de todo. Ahí fue cuando comprendí lo que es la conciencia, y viví los gemidos inteligibles del espíritu. Esto duró algunos meses y en ese momento fue cuando experimente que el ser humano tiene determinados medios de comunicación ampliamente manejados como la palabra, pero que también utilizamos otros medios de transferencia que no son manejados conscientemente. Lo que se me hizo evidente es que aún cuando no lo sepamos, utilizamos los otros medios de comunicación que tenemos incluidos en nosotros y otras personas reciben estos mensajes y los interpretan generalmente de manera inconsciente o mecánica.