dos generaciones
“Durante muchos años sin reparar en gastos
he recorrido muchos países, he visto las montañas más
altas y los océanos.
Lo único que no supe ver fue el brillo del rocío
en la hierba a la puerta de mi casa”
dos generaciones
Al momento de sanar a aquellos que necesitaban ser
curados, él los observaba con profunda ternura y amor,
teniendo compasión de cada uno de ellos, haciéndolos
sentir “amados”, y de esa forma todos eran sanados.
“Podemos tener todos los medios de comunicación del
mundo, pero nada, absolutamente nada, sustituye la
mirada del ser humano” (Paulo Coelho)
(Rabindranath Tagore)
Qué importancia tiene una mirada y una actitud
sanadora para poder cooperar con el ambiente en
donde nos movemos.
El lenguaje es esencial para transmitir pensamientos,
pero también ocurre una importante comunicación a
través de las miradas, los gestos y en las posturas del
cuerpo.
Dispongámonos a pensar cómo contemplamos
nuestro entorno, a nuestra familia y aún aquellos que
son desconocidos.
También se puede hablar sin mover los labios, solo por
lo que expresamos inaudiblemente.
Propiciemos una mirada sincera, transparente,
profunda, para recibir la respuesta y la actitud que
estamos esperando. Sin duda que contribuirá a
sentirnos más sanos mental y físicamente.
LA FILOSOFÍA DE LA ADVERSIDAD
Por: Mauricio Fernández
Hoy quiero comentar con todos
ustedes algo que quizás a algunos
les ha sucedido en algún momento
de su vida. Me refiero a tener una
fractura física, ya sea en un brazo,
pierna, cadera, mano o pie, etc. Sé por
experiencia propia, pues me acaba de
ocurrir, que quisiéramos cambiar el
instante en que esto aconteció, pero
como bien sabemos, esto es más que
imposible, pues lo hecho, hecho está y
no hay manera de cambiarlo.
Lo interesante de todo esto es que no
solo nos vamos a referir a ésta tema
en particular, sino por el contrario,
la redacción de hoy se puede aplicar
a cualquier circunstancia de la vida
en la que nos encontremos. Una
fractura, una enfermedad, un despido
o un síntoma, nos está forzando a algo
contrario a lo que nosotros queremos
seguir haciendo, sin darnos cuenta que
esto que nos pasó es por nuestro bien.
A veces, una mirada junto a una sonrisa vale más que
mil palabras.
¿Y si empezamos hoy mismo?
La mirada compasiva, reflexiva, una mirada de amor y
ternura puede cambiar radicalmente una situación, un
conflicto y hasta un cuadro de enfermedad.
Se ha dicho y con razón que los ojos son las ventanas
del alma. Lo que sentimos interiormente, se expresa
en los ojos a través de la mirada.
Cuando nuestra
“mirada” nos
identifica
Ellos transmiten sentimientos y emociones, y es
fundamental para que haya una coincidencia entre lo
que se piensa y se expresa.
Por: Elizabeth Santángelo
Esta percepción indudablemente coopera con el estado
de bienestar y salud de cualquier persona.
Un antiguo proverbio bíblico dice: “La luz de los ojos
alegra el corazón”.
Me impresiona mucho cuando me detengo en la
mirada de Jesús al enfrentarse a distintas situaciones.
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Nos cuesta trabajo aceptarlo, pero así
es, hay un pensamiento muy serio a
este respecto y se trata de lo que se
conoce como LA FILOSOFÍA DE LA
ADVERSIDAD. Si todos la conociéramos
nuestra vida sería más fácil de
llevar, sin tantas complicaciones y
con la posibilidad de aprender en
todo momento. Todas las cosas
que nos pasan tienen un profundo
significado, pero hoy te invito a que
nos detengamos a pensar en todo ello.
La Adversidad es una medicina que
se nos aplica para nuestro propio
bien para que no continuemos
destruyéndonos a nosotros mismos.
Un ejemplo muy claro es algo muy
sencillo: una gripa o una diarrea.
Cuando esto pasa, nuestro organismo
está trabajando en desalojar aquello
que no le cayó bien pero nosotros
vamos de inmediato a tomar algo para
contrarrestarlas sin darnos cuenta de
que nuestro organismo en
su infinita sabiduría está restaurando
el orden perfecto. Al taponar o parar
el malestar, en vez de desalojarlo, se
guarda para mejor ocasión, o sea, para
más adelante y cuando regresa viene
con más fuerza. Estos malestares no
pasan de tres días máximo, cuando no
son graves.
Así, si reflexionamos en cualquier
enfermedad, cuando ésta llega
a nuestra vida es para algo. Para
detenernos de algo que nosotros
estamos haciendo y debemos parar
de hacerlo. Otro ejemplo es una
inesperada apendicitis que podría
retenernos en cama, posiblemente
cuando más trabajo y compromisos
teníamos… Nos quejamos de ese
contratiempo; por ello no nos damos
cuenta de que está protegiéndonos de
“algo”.
Toda enfermedad intenta compensar
desequilibrios:
los
hiperactivos
son obligados a descansar; los
superdinámicos son inmovilizados; los
que mucho hablan son silenciados…
Toda enfermedad nos obliga a “algo”,
que suele ser lo contrario de lo que
estábamos haciendo o de lo que
desearíamos seguir haciendo.
En la Filosofía de la Adversidad
existe una regla infalible: un cambio
obligado o forzoso de conducta, es
una invitación a una rectificación: esto
debe tomarse en serio.
En la práctica de la Filosofía de la
Adversidad hay que aceptar lo que
la vida nos impone y renunciar
voluntariamente a querer solucionar
con rapidez la situación adversa con
la intención de volver a “lo de antes”,
a “lo de siempre”. Esta aceptación
consciente de la adversidad debe
conllevar siempre una reflexión
profunda, para comprender lo que
ésta trata de enseñarnos. Esto se
llama sufrir voluntariamente o de lo
contrario “algo” peor podría pasarnos.
Todos los compañeros, amigos y
familiares, de manera afectuosa me
han expresado lo que ven en mí y yo no
estoy viendo, “no paras”,” hasta que te
pusieron quieto”,