dos generaciones
dos generaciones
nas, ser aceptado con lo bueno y lo
no tan bueno, y buscar amar verdaderamente a los demás, sin condicionamientos, pero sobre todo con respeto
a mí mismo, para respetar a los que
están a nuestro alrededor.
El común de las personas nos quieren
si hacemos lo que ellos quieren que
hagamos, sin importar si podemos o
si queremos hacerlo. Muchas veces ya
tenemos compromisos adquiridos con
anterioridad y los cancelamos para
que los demás nos acepten como ellos
desean.
¿DE VERDAD
NOS AMAMOS?
Por: Mauricio Fernández
El flujo constante de actividades en
el diario vivir nos impide ver las cosas
con claridad, pues siempre estamos
apurados en un constante ir y venir en
todos las cosas de la vida.
Cómo podríamos detenernos a ver lo
que nos está sucediendo si las cosas
son las que nos mueven. ¿Te has planteado que cada día iniciamos nuestras
actividades con un plan que tenemos
que desarrollar? O sea, te levantas
para empezar tu día y resulta que una
llamada de un familiar o ser querido
de inmediato cambia todo lo que
tienes que hacer.
Cuando nosotros planteamos nuestra
vida en función de los demás, no es
nuestra vida, es la vida de los demás
en nosotros. Tenemos que plantearnos, sin ser egoístas, que los demás
no deben disponer de nosotros a sus
caprichos o deseos.
Cuando tomas tu vida en tus manos y
quieres hacer un cambio, esfuérzate
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por lograrlo, sin que nada ni nadie intervenga entre tu meta y tú.
Deja los patrones de conducta que
mueven tu vida mecánica, que si eres
sincero contigo mismo, son lo mismo
que hiciste ayer, la semana pasada, el
mes pasado, hace uno, cinco o diez
años, sin que por ellos nada cambie,
todo siga igual. Nosotros somos las
mismas tragedias que se repiten día
a día. Sufrimos las misma amarguras,
abandonos, conflictos, etc., etc.
¿De verdad nos amamos? Es muy
difícil de creerlo, pues solo somos
títeres, en donde los demás mueven
los hilos de nuestros sentimientos,
deseos, apetencias, afectos y necesidades. Cuando nos empezamos
a amar a nosotros, debemos poner
tierra de por medio entre lo que yo
de verdad quiero alcanzar y los problemas de los demás. Esto para los que
me rodean se ve como egoísmo, pero
yo lo veo como un egoísmo positivo.
El egoísmo de crecer como perso-
Cuando alguien me pide un “favor”,
de antemano le digo que hay dos respuestas para esa petición, o un sí o
un no, pero, generalmente, cuando
los demás nos piden un favor, dan por
sentado, por el solo hecho de solicitarlo, que ya es un deber que tenemos
que cumplir con lo que ellos solicitan.
Cuesta mucho trabajo ayudar, a los
que están conviviendo con nosotros,
el entender esta cuestión. Pero una
manera de respetarnos a nosotros
mismos, de amarnos a nosotros mismos, es la cuestión de tener el tiempo, la manera de cumplir con lo que
otros nos solicitan, sin que por ello
nos veamos afectados en nosotros
mismos.
Las personas anteponen sus propios
intereses a nuestros intereses, como
si fuese un amarlos a fuerza, para que
se diga que somos buenas personas,
que los comprendemos en la “difícil
vida que tienen”, “por todo lo que ha
tenido que pasar”, “los duros golpes
que la vida les ha dado”, etc.
Cuando uno hace un cambio en su
vida, a base de sacrificar nuestros deseos, apetencias o el solo hecho de
dejar atrás la vida que uno ya no quiere seguir repitiendo, cuesta mucho
esfuerzo y sacrificio. Por lo general,
todos queremos el resultado de lo que
hemos obtenido, pero no el costo que
hemos tenido que pagar para llegar
hasta ahí.
Sinceramente te comparto, que la verdadera manera de amarnos es empezar por respetarnos a nosotros mismos
en la acción de no estar para cumplir
la indolencia de los demás. Muchos
no hacen lo que les corresponde, y
luego buscan que uno esté ahí para
resolverles lo que no se ocuparon
cuando debían de hacerlo. En este
sentido, la mejor manera de ayudar
a otros es no resolverles sus conflictos, dejarlos que aprendan, pero
que sobre todo que crezcan en todos los sentidos de la vida. ¿Cuántas personas tienen cierta edad y
todavía dependen de sus padres,
cuando debería ser al revés?
Los seres del reino animal se ocupan de sus pequeños hasta cierta
edad y cuando ya tienen la madurez, los sueltan, los echan a volar,
a buscar su alimento, refugio, etc.,
pero los seres humanos, en vez de
liberarlos de ataduras, parece que
los seguimos ligando, amarrando,
entrometiendo, como muestra de
dependencia, a diferencia de la independencia que por ley natural
debe existir.
SI DE VERDAD NOS AMAMOS, ayudémonos a crecer, H