dos generaciones
dos generaciones
ATÍPICA NOCHEBUENA
FOTOGRAFÍA
LUIS GÓMEZ
Por: Brígida Rivas
Miguel, cinco añitos, los ojos fijos
en la mujer que se sentaba junto
a su padre, superponía la imagen
de aquella otra, la que le arrollaba
la
bufanda
para ir al colegio, la que
lo peinaba todas las mañanas y dejaba
un beso en su
frente.
¿Habrían pasado muchos
días en aquella casa, o tal
vez pocos?
¿acaso no sentía todavía el calor
de sus labios en la mejilla?. Y en el
bolsillo estaba la cajita con los cromos que un día le compró mamá al
salir de la escuela. Cuando estaba
solo, lo pasaba muy bien hablando
con aquellos personajes de los cromos. ¡Cuántas cosas se decían!
Ya estaría acabada la cena seguramente, porque en el centro de
la mesa había una suculenta tarta
de chocolate y coco. Dejó atrás
sus imaginaciones y disfrutó de un
buen trozo. No sabía los manjares
que había comido antes. Pero ahora estaba contento, se iría enseguida a la cama, y pasaría un buen
rato hablando con sus amigos de
los cromos, luego se quedaría dormido pronto.
No, no, antes tenía que acabar de
pintar los colores del dibujo que
había hecho para su mamá, y que
mañana le daría cuando viniera a
buscarlo.
Suspiró pensando: “Cuando despertara por la mañana ¡ya habría
pasado la Nochebuena!”
Foto: Thomas Rola.
La mesa estaba dispuesta con la
cena de Navidad. Miguel comía sin
apetito. Miraba, sin ver, el bordado
del mantel, las brillantes copas, las
velas, la corbata de su padre.
Sus ojos lo engañaban, no veía la
corbata sobre la camisa de su padre, él había visto aquella corbata
en las manos de su madre sacándola de un sobre oscuro de regalo
cerrado con un gran sello dorado
y anudársela al cuello. Ahora su
papá besaba a aquella mujer, pero
no, no, aquella no era su mamá.
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