dos generaciones
dos generaciones
CÓMO CAMBIAR
NUESTRO MUNDO
Se termina un año más y la reflexión
que hago casi siempre es: Un año más
vivido y un año menos por vivir. Y no
es un pensamiento pesimista ó negativo, no, simplemente es la preparación
para repasar lo que cada año nos deja
y preparar la visualización de lo que
espero realizar en el nuevo periodo
que llegará. Trazar los caminos que
habré de seguir para alcanzar la paz y
confianza necesaria para caminar por
la vida el siguiente periodo anual.
Lo primero que en esta ocasión llegó
a mi mente fueron los libros que llegaron a mis manos durante el año.
Me llamaron la atención porque no
los compré, me los prestaron ó me los
regalaron y el común denominador de
los temas fue el hecho de contestar la
pregunta que este año me ha rondado
por la mente la mayor parte del tiempo, que es: “¿Qué tenemos que hacer
para cambiar nuestro mundo? Nos lo
estamos acabando.”
El primer libro que leí fue “El Príncipe
Idiota” de Fedor Dostoyevski, el cual
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me dio la pauta de lo que la humanidad debería tener por norma para
conseguir la armonía, pero es tan simple que no confié en mi razonamiento.
Los siguientes libros: novelas y obras
“serias”, fueron confirmando poco a
poco lo que inicialmente había pensado y es este razonamiento el que, a
continuación, comparto con ustedes
amables lectores.
En “El Príncipe Idiota” se narra la historia de tres hermanos hijos de un rey
a quienes les hereda el reino y cada
uno pide algo diferente. Uno se convierte en guerrero, el otro en banquero (ó su equivalente en la Rusia de
aquel tiempo) y el tercero se queda
con las tierras y la administración de
estas, dedicándose a trabajar junto
con sus súbditos la tierra, dejando
salir a quienes no estuvieran de acuerdo con su política. Esta es la razón por
la que le llaman “idiota” los hermanos
y algunos de los cortesanos, los cuales
abandonan el reino.
A este príncipe le tiene sin cuidado lo
que piensen de él otras personas incluidos sus padres, hermanos ó allegados. Así la historia nos cuenta que el
guerrero y el administrador se van del
reino a conquistar pueblos y reinos;
guerreando uno y financieramente
(esto es prestando y cobrando dinero)
el otro. Después de unir sus esfuerzos
los hermanos, pues se encuentran
con que su vida estaba vacía, ya que
tenían mucho poder y dinero pero
no estaban satisfechos, no eran felices, regresan con el hermano idiota.
Se encuentran con un país próspero,
sin problemas agobiantes que no se
pudieran resolver de forma sencilla;
un lugar donde no había moneda corriente, se comerciaba con el trueque.
Por lo cual, no tuvieron forma de presionarlos para que los recibieran, pagando los servicios que les brindaran.
Las personas siguieron siendo idiotas,
pero plenos y satisfechos con su vivir
ya que no les interesaron el dinero y el
poder ofrecido.
Otro libro escrito por un Dr. En biología
celular: Bruce M. Lipton, narra la forma en la que descubre la forma en que
las vibraciones en forma de ondas (de
radio o de nuestros pensamientos) influyen en las células y nos habla de la
importancia que nuestros pensamientos tienen en nuestro cuerpo.
Bueno por todo esto y muchas cosas
más he llegado a la conclusión de que
sí se puede vivir en armonía. Habrá
que modificar muchas cosas que actualmente hacemos y habrá muchas
otras de las que tendremos que prescindir. Mi mundo ideal, y es sólo un
bosquejo al que habría que ir puliendo en base a las experiencias que se
vayan teniendo es el que describo a
continuación.
He aquí la idea: Primero habría que
establecer un sistema económico que
no se base en una moneda única, cada
localidad tendrá su moneda de curso
legal, (¿Recuerdan las Libras Bristol de
un número anterior?). O en el trueque,
para evitar que exista la especulación
ó control por una sola entidad (per-
sona o empresa) teniendo un
sistema de equivalencias entre las
diferentes localidades, para cuando
haya necesidad de comerciar entre
ellas.
Aquí podemos empezar a hacernos responsables de nosotros mismos haciendo una revisión de los
satisfactores que tenemos y ver si
realmente, pero si realmente son
necesarios. Esforzándonos por ser
objetivos y sinceros en el autoanálisis; ya que deberemos ver cuántos de estos bienes son realmente
necesarios y cuántos se nos han
hecho necesarios por imposición.
Por ejemplo: ¿cuántas personas
realmente necesitan un teléfono
celular? Este satisfactor nos ha sido
impuesto en beneficio de muy pocas personas y perjuicio de la mayor