dos generaciones
dos generaciones
Se investiga:
a) La cantidad de tiempo que el paciente pasa con sus amistades
b) La capacidad de la persona para
“abrirse” frente a otros, hablando de
sus sentimientos y pensamientos íntimos
c) Las conductas “cariñosas” que los
amigos otorgan al paciente, (para determinar hasta qué punto cada amigo
puede ser confiable y cuánto puede depender de ellos, especialmente en los
momentos de crisis)
d) La intimidad física, que incluye la
regularidad de estos contactos y la satisfacción que el paciente obtiene del
aspecto físico de cada relación.
¿Hay una soledad que puede
ser benéfica?
¡Claro que sí! La que nos lleva a estar
en silencio y captar ideas y pensamientos inspiradores, pensamientos de paz
y amor que nos hacen sentir acompañados.
La soledad así como la compañía son
estados subjetivos; se puede estar en
presencia de una multitud y sentir la
más fría soledad, o bien estar solos y
sentirse acompañados y felices.
En esa soledad podemos descubrir algo
trascendente para nuestra vida y hasta
ser testigos de alguna revelación. Ese
silencioso lenguaje de ideas claras no
conduce a la tristeza o a la falta de inspiración sino al terreno propicio para
la oración, donde nos descalzamos del
bullicio y reclamo de los sentidos para
encontrar la unidad con Dios.
¿Pero qué decir cuando esa soledad
nos habla de “ausencias”, de un vacío
y desánimo, difícil de superar?
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Alfredo Ruiz, Psicólogo y PsicoteraAlfredo Ruiz, Psicólogo y Psicoterapeuta
de la ciudad de Santiago, Chile, comenta:
“Los problemas de soledad se tratan
en el mismo contexto en que se analiza la depresión.
La experiencia de los psicólogos con
personas solitarias, sugiere que la
mayoría de éstas no parecen ser significativamente más exigentes que
otras personas, y que sin embargo
tienen amistades que serían insatisfactorias para la mayoría de la gente.
Por lo tanto, el entrenamiento por lo
general incluye cambios conductuales específicos en la forma de iniciar
y profundizar sus relaciones sociales
del paciente, tanto en el momento
actual, como antes de que surgiera el
problema.
Por otra parte, los pacientes crónicamente solos a menudo revelan muchos
síntomas de depresión, como inactividad, pérdida de energía y pérdida de
placer en actividades que para la mayoría resultan agradables. Se sienten
aislados, diferentes a los demás; se
quejan de que nadie los entiende; que
a nadie le importan”.
Estos ejemplos muestran que un estado mental puede afectar al físico y al
entorno de la persona, porque impacta
al mismo individuo y además al grupo
familiar que lo rodea y que no valora
como tal.
¿Cómo encontrar una respuesta ante
este enemigo latente?
La persona que siente soledad está
buscando que la compañía se instale
en su vida, no siente que tiene que
aportar nada por sí misma. Tal vez lo
espera de una pareja, de un posible
amigo, de un familiar.
Por: Elizabeth Santángelo
¿SOLOS O ACOMPAÑADOS
EN NAVIDAD?
La capacidad para abrirse a los demás, escuchar atentamente a quién tienen
delante, sentir que otros están dispuestos a ayudar, es el primer paso. En
pocas palabras, un cambio de conducta hace que uno se olvide de la soledad
y comience a entender que es tanto o más importante acompañar que ser
acompañado.
Los primeros líderes cristianos lo comprendieron de manera práctica al saber que “es mejor dar que recibir”. (Hechos 20: 35)
¿Por qué? Porque la capacidad de “dar” nos hace sentir que estamos abastecidos y completos, que tenemos valores para compartir, y eso es la verdadera compañía que nunca nos deja solos ni vacíos.
Empezar el día agradecidos por lo que ya tenemos. Poder decir a alguien
“te quiero”, “gracias”, saludar sonriente a los demás y estar dispuestos a
“perdonar alguna ofensa”, es demostrar que estamos bien, que no nos falta
nada, y esta clase de riqueza nos hace sentir acompañados y en paz.
Esta es la presencia más valorable. Combatir el aislamiento o insatisfacción
está al alcance de cada uno, ahora mismo.
No tema ser rechazado, no tema expresar sus sentimientos hacia los demás.
Dé, sin esperar recibir nada a cambio.
Lo que uno comparta con el entorno vuelve a su vida inevitablemente. Es un
búmeran, capaz de vencer esa extraña “soledad” que lo “acompañó” quizás,
por tanto tiempo.
Encuentre buenos momentos para compartir en esta Navidad; no olvide
que para compartir se necesitan por lo menos dos.
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