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De su vasta obra sobresalen Romiosyne y La señora de las viñas, escritas entre 1945 y 1947, justo después de la liberación de Atenas del ejército nazi, en plena guerra civil y antes de ser prisionero y deportado a varios campos de concentración. Constituyen un canto de homenaje a la Grecia de la resistencia y de la insurrección, pero no sólo de este período. Entre sus versos largos se hilvanan las páginas más luminosas de su historia, desde los tiempos de Homero hasta el despertar nacional de 1821, por eso el hilo de Ariadna lo sostienen aquí los grandes héroes de antaño, los marineros anónimos, los iconos de la ortodoxia y los guerrilleros del levantamiento contra el imperio otomano. Eso es precisamente lo que significa la Romiosyne, que junto con La señora de las viñas conforman la gran elegía del pueblo griego.

Grecidad y otros poemas