propuesta, hacen extensiva la invitación a Graciela Amador, Leopoldo
Méndez, Elena Huerta Múzquiz, Julio Castellanos, Teodoro Méndez,
Enrique Assad, Roberto Lago y Ramón Alva de la Canal que llega
acompañado de su hermana Loló. En 1933 realizan la primera
presentación de prueba en el teatro Orientación de la SEP con el grupo
Rin-Rin (que al años siguiente se convertiría en El Nahual), dirigido por
German Cueto, y como animadores Roberto Lago, Lola Cueto y
Graciela Amador También se presenta el grupo Comino, con Leopoldo
Méndez en la dirección, y Teodoro Méndez, Elena Huerta Múzquiz y
Ramón Alva de la Canal como animadores. A partir de ese momento se
inicia la Época de Oro del Teatro Guiñol.
En 1934 Leopoldo Méndez deja el grupo y Loló, al poco tiempo de
cumplir sus 14 años, entra en su lugar. Ramón queda al frente del
grupo y a cargo de la animación de Comino, pero solo por poco
tiempo, pues al año siguiente el Presidente Lázaro Cárdenas le
encomendó pintar los murales en el interior de la estatua-monumento
a José María Morelos y Pavón en Janitzio, tarea que le llevó alrededor
de 5 años, por lo que deja la compañía y la animación de Comino a
cargo de Dolores, quien le dio personalidad y un estilo único al
personaje.
La labor que realizaron El Nahual y Comino desde su fundación hasta
1935 fue muy intensa, pues realizaban hasta tres funciones diarias en
escuelas de preescolar y primarias de la ciudad de México y Zonas
periféricas. Recorrían en un camión desvencijado las delegaciones de
Xochimilco, Tláhuac, Milpa Alta, etc. El éxito fue total, cada vez eran
más requeridos por las escuelas y fue necesario crear una tercera
compañía: El Periquito, dirigida por Graciela Amador.
Toda esta experiencia acumulada fue definiendo la
personalidad de Dolores, y fue quedando más claro en ella el
valor didáctico del teatro de títeres. Le interesaban mucho las
causas sociales y los temas como la limpieza, la educación, la
cultura. Le gustaba llevar cosas positivas y educativas a la
gente, se interesaba por integrar al público a los
espectáculos, sobre todo a los más humildes y a los
campesinos.
Recuerda Loló en voz de Comino: “Me encantaba ir a las
escuelas fuera de la ciudad, recorrer los caminos, tratar con la
gente sencilla, armar el teatro sobre la tierra, y con el sol, ver
volar mis cortinas rojas como banderas, ver en cada par de
ojos negros la inmensidad del campo y la frescura del rocío,
dejar dentro de cada niño la verdad de un sueño…Muchas, muchas
veces recorrí esas carreteras como cicatrices en la tierra, llevando la
alegría que desbordaba en carcajadas. Tal vez, en esos caminos verdes
en donde encontraba vacas, borregos y pájaros, me impregnaba de
azul, de lejanía, de montañas y valles, tal vez era el alimento de mi
cabeza hueca y la vida en mi cuerpo de alambre.”
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