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Juan Villa, el aficionado más leal del LAFC

La parálisis cerebral no ha impedido a este joven de 26 años sacarle todo el jugo a su pasión, con cuenta de Instagram incluida y centenares de seguidores
POR PABLO SCARPELLINI | L. A.

Juan Villa puede presumir de ser el aficionado más leal de la historia del LAFC. Tan solo se ha perdido dos partidos desde que empezó a jugar el nuevo equipo de la MLS en 2018. Poco importa que tenga parálisis cerebral y que no pueda hablar ni caminar por sí mismo. Su padre, Juan, un handyman de 47 años aficionado al América, le ha estado llevando y trayendo al estadio del centro de Los Angeles desde entonces, alimentando una pasión que le hace único y especial. " Para mí Juan es mi motor, es lo que más me importa en la vida, y hacer- lo feliz es mi única meta”, dice su padre.

A
Juan, que ahora tiene 26 años, le gustaba el fútbol desde pequeño. Su padre le contagió la afición por el América, el gigante de la
Liga MX, y al mudarse a Estados Unidos en 2004, comenzó a buscar equipo local.“ Primero fuimos a los juegos del Galaxy, pero no nos gustó mucho”, admite.“ Cuando arrancó el LAFC conectamos de inmediato”.
Durante esos años de conexión ha tenido la oportunidad de conocer a casi todas las estrellas del equipo y hasta inaugurar
su propia cuenta de Instagram, donde tiene más de 1.400 seguidores.“ Es un chico muy hábil e inteligente con la tecnología”, manifiesta su progenitor.“ Yo le hago preguntas y él me cuenta cómo se siente. Así nos comunicamos. Aunque no puede hablar, yo entiendo todo lo que me dice. Lo conozco como la palma de mi mano”.
Villa se alegra de haber tomado la decisión de emigrar a Estados Unidos. Las condiciones para las personas con discapacidad son mejores que en México, explica.“ No nos podemos quejar porque hay muchos programas para niños con discapacidad, hay rampas para discapacitados, estacionamiento que se encuentra fácil, mientras que en nuestros países eso no se respeta”, continúa.
Villa y su mujer supieron de la condición de su hijo al quinto día de nacido. Fue entonces cuando empezaron las convulsiones. Juan estuvo mucho tiempo internado en el hospital. Tanto que hasta les sugirieron que llamaran a un sacerdote porque pensaban que no iba a sobrevivir.“ Pero mira, ya lleva 26 años con nosotros, disfrutándolo cada día. Es una bendición”.
Juan no solo se alimenta de fútbol. Le encantan todos los deportes, en general, y en especial la lucha libre.“ También lo llevo a ver espectáculos de lucha libre y tiene un montón de máscaras en casa”, comparte su padre. Una existencia única y plena. �