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Página 08 Revista Amarantos, primavera de 2012 Javier Carvajal, luthier valdiviano: “Hacer un instrumento, es como nacer de nuevo” Por Ana María Casanova Retamal 1 G -¿Nicanor fue tu maestro? - Sí, era el único luthier que había en Valdivia. Participé en un curso que impartió y de los diez que empezamos, sólo yo me dedico al oficio. Con él aprendí a hacer violines, guitarras, todo. -¿Cuánto se puede tardar una persona en aprender el oficio? - Toda la vida (ríe), en la etapa de aprendizaje, alrededor de un año por instrumento. Pero está claro que nunca se deja de aprender. Tajibo, lingue y ciprés de la cordillera Son algunos nombres de los árboles que Javier busca con dedicación, como él dice, “se debe ser constante, valiente, dedicado y amar el trabajo”, no son características simples. Todo ello para lograr un buen instrumento, afirma. Fabrica instrumentos tradicionales de cuerda como el cuatro venezolano, la bandola, el charango y el arpa. Además de los instrumentos clásicos, como la guitarra, violines y violas. Ve con humildad ser artista, le cuesta reconocerse como tal; se inspira en las maderas para trabajar, buscar un buen trozo que cumpla con las cualidades que necesita para hacer un instrumento perfecto. “Me gusta lo que hago, me preocupo mucho de la madera, me interesa, por ejemplo, usar madera nativa. Los instrumentos clásicos usan solo maderas importadas y son mucho más caras”, agrega. anador de varios reconocimientos, a sus 38 años se ve a sí mismo como un apasionado por la música y la madera. En su taller, envuelto de experiencias, instrumentos, concentración y del vibrante sonido del ronroco, Javier revela de alguna forma su vida, intimidad y algunas anécdotas del oficio. Afirma que “es difícil vivir de la luthería” pero que se hace tan parte de la vida que a veces incluso sueña con su trabajo. Casi como un chef, sabe cada receta para sus diferentes instrumentos, trabaja muy dedicado y con gran precisión. De fondo, música clásica; desde el ventanal el mundo transita. Gente, autos y micros pasan ante los ojos de Javier. Los observa, el día transcurre desde su lugar de trabajo. Aunque su familia no lo apoyó, dejó la universidad y su carrera de ingeniero acústico, para hacer lo que realmente lo apasionaba: aprender luthería. Hoy lleva 10 años dedicado al diseño y construcción de instrumentos musicales. -¿Cómo fue tu comienzo? - Estaba estudiando Ingeniería acústica, en el año 2000, y conocí a Nicanor Oporto. Me metí en su taller, dejé la universidad y me quedé trabajando con él tiempo completo. Desde entonces me dedico a la luthería. 1-. Estudiante de Periodismo, tercer año, Universidad Austral de Chile.