Sus íkaros se esparcen por toda la
selva, como ahora su alma y toda su
ser. No hay tanto misterio, la
asesinaron. La vida del indígena, y
peor si es mujer, vale menos que las
criminales balas que dejaron inerte a
Olivia Arevalo. Morir de la peor
forma es el coste de quienes
defendiendo su legítimo territorio solo
esperan vivir bien. Estas personas
“que no son de primera clase" o
"buenos salvajes", no son "objetos
asistidos", como siempre los ha
tratado el Estado, son Sujetos de
Derechos y tienen el histórico derecho
de vivir en paz porque ellos vivian
incluso antes que exista el Estado.