Ola de asesinatos descascaran las
estrategias anti narco
Los 19 asesinatos que se produjeron en Rosario durante el mes de enero, seguidos por otros cinco en los primeros días de febrero, descascaran uno de los éxitos más promocionados por los gobiernos de Maximiliano Pullaro y de Javier Milei en el combate contra el narcotráfico. Las calles de la principal ciudad de la provincia de Santa Fe vuelven a estar marcadas por el estigma de la violencia, y no es un fenómeno exclusivo de Rosario, como lo verifica el doble crimen en modo sicario que sacudió a principios de febrero al barrio Barranquitas, en la capital provincial.
Las puestas en escenas con presos alineados en las cárceles santafesinas a lo Bukele contrastan con actuaciones de la Justicia federal que permitieron detectar un insólito cargamento de marihuana y cocaína, y más de 1.200 facas, y que determinaron la intervención de la cárcel provincial de Las Flores.
Desde el poder político provincial se adjudica el fenómeno a un proceso de reacomodación dentro de las bandas, en línea con las incertidumbres que ya habían aparecido en la superficie cuando en noviembre último se produjo el atentado que ultimó al exjefe de la barrabrava del club Rosario Central, Andrés “Pillín” Bracamonte.
Cuando Pullaro afrontó su primera gran crisis de inseguridad, mucho se habló de un pacto con la “vieja policía” para mantener el delito bajo control. Aunque desde el gobierno provincial esa versión nunca se admitió, quizás sea un buen momento para revisar las políticas hasta aquí asumidas.
DATO CLAVE
El asesinato del barrabrava Bracamonte fue el punto de arranque para una nueva ola de inseguridad.