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1955

La fachada de los edificios de la calle de San Prudencio, antes de que esta se dé de bruces con la de Eduardo Dato o con Fueros, cobija tras de sí uno de los secretos de Vitoria. Víctimas de la mella del tiempo y el abandono, todavía se atisba allí el esqueleto de lo que en su día fueron las piscinas. Los icónicos pingüinos que desde la década de los sesenta otean desde las paredes han presenciado en los últimos años cómo las excavadoras se abrían paso para demolerlo todo, a la espera de que se materialice el proyecto comercial que la sociedad Urteim tiene pergeñado para el centro de la ciudad. Aun así, durante cerca de tres lustros, la piscina de esta calle, ahora apenas una sombra de lo que fue, engrosó la oferta acuática de una ciudad en expansión que no cejaba en su empeño por explorar nuevas formas de ocio. En las aguas de San Prudencio no solo se entrenaron las promesas vitorianas de la natación, sino que también aprendieron a quitarle el instintivo miedo al agua las nuevas generaciones y hasta se coqueteó con otras disciplinas acuáticas más exóticas, como el waterpolo.

La piscina de San Prudencio es hija del clima. En la década de los sesenta, con la clausura de la piscina que desde 1935 había trazado la esquina de la calle Olaguíbel con Los Herrán, el Club de Natación Judizmendi, decano de la ciudad, quedó desahuciado para el invierno. En ‘La natación en Álava’, Santiago Arcediano escribe que con el mercurio se desplomaban también, y de manera generalizada, las marcas. “A las iniciales inquietudes climatológicas debemos añadir los tiempos de crisis que se auguraban en los años que precedieron a la apertura de la nueva piscina. Ya en 1955 los cronistas locales señalaban la falta de nuevas promesas que produjeran el relevo generacional sin que las marcas y récords logrados en años pasados se resintieran”, apunta también en el libro.

> Arriba, las calles que conformaban las piscinas de San Prudencio, con los pingüinos al fondo (Arqué, Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz)

> Gimnasio (Archivo del Territorio HIstórico de Álava)

Los cronistas ya notaban el desenso de las marcas

en invierno

LA PISCINA DE LA CALLE DE

SAN PRUDENCIO

ES HIJA DEL CLIMA

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