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SIEMPRE HAY BUEN CINE. ES LO QUE NOS MARCA SOBRE NUESTRA COMPETENCIA

La cultura ha sabido adaptarse a las nuevas exigencias de la pandemia. Cuando abrimos después del confinamiento teníamos todos los procedimientos ya en marcha, teníamos todos los productos preparados. Los consensuamos con la Federación de Empresarios de Cine de España y con las autoridades sanitarias de Euskadi. Primero estaba dar total seguridad y segundo, que la sensación de seguridad por parte del espectador fuese abrumadora: queríamos generar confianza. Antes de declararse la pandemia, ya llevábamos geles y redujimos el aforo al 50% ‘motu proprio’. Estuvieron de moda los guantes, luego otros equipos y se ha ido poco a poco perfeccionando. Pero hay un elemento clave: la ventilación de los cines. Las instalaciones de los cines tienen por propia necesidad sistemas de aire acondicionado. No pueden hacer ruido porque es molesto cuando estás viendo una película. El tamaño de los tubos está sobredimensionado para que no haya fricción, y esa es una ventaja muy grande, porque hace que la renovación de aire sea muy rápida.

¿Por qué se decidió cerrar los cines Guridi? ¿Cree que se resiente la ciudad por el hecho de que la oferta cultural se concentre en las afueras? los cines están en un centro comercial de las afueras (el Boulevard) y en otro (Gorbeia) que ni siquiera está en Vitoria.

La crisis anterior fue terrible, tuvimos pérdidas de 300.000 euros al año. Si no hubiéramos cerrado los Guridi no sé dónde estaríamos, pero dando cine no. Fue una crisis para todos, mucho más homogénea que esta, que está siendo muy perversa porque hay gente que está ganando. En la anterior crisis hicimos un plan estratégico desde el año 2008 al 2014 y otro desde 2014 hasta 2022, en los que solo había un objetivo: sobrevivir. Para ello, unas de las decisiones clave fue el cierre de los cines Guridi y la estimulación del Florida dando otros servicios de hostelería.

El año en que cerramos los Guridi, con los dos cines hicimos 258.000 espectadores. En 2019 hicimos 248.000. Además, con los del Gorbeia, cuyos espectadores eran nuestros, sumamos otros 150.000. ¿Perdimos o ganamos? Hemos ganado de otra forma. Primero, estando vivos. Segundo, en Gorbeia. Yo creo que estamos dando también un cine a gente que le cuesta más, porque cada vez es también más difícil venir al centro. Además, dentro de la programación siempre hay películas españolas y europeas, siempre hay buen cine. Es lo que nos marca sobre nuestra competencia.

Y ¿cómo ve el futuro de VESA? ¿Cómo cree que llegará a su centenario?

La ecuación es complicada. Hay y va a haber una lucha por tener un producto que pueda competir contra las plataformas digitales en cuanto a calidad o velocidad de entrega. La venta ‘in situ’ tiene que ser una experiencia, tiene que saber jugar con los atributos que puede ofrecer, como la venta de un producto sensitivo, por el olor, por la textura o por el conocimiento físico de una persona.

Y luego hay otra fuerza determinante que es el coronavirus. Tenemos un público adulto en el que la percepción de riesgo normalmente es directamente proporcional a la edad de la persona. Cuanto más mayor, mayor es la percepción de riesgo. No sabemos qué va a pasar con todo esto cuando cojamos velocidad crucero de nuevo. Damos por hecho que va a haber una pérdida de espectadores, pero estamos intentando bajar el perfil de nuestro público, porque pensamos que un 15% de la juventud tiene una demanda intelectual importante.

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