Milei sufre lo efímero
de la felicidad
en carne propia
Por GABRIEL GONZÁLEZ
Sangre, sudor y lágrimas debió afrontar el gobierno durante los primeros seis meses de gestión para sacar la ley Bases y el Pacto Fiscal, dos leyes que junto al DNU de principios de año son consideradas por el oficialismo como herramientas clave para avanzar con un nuevo rumbo en la Argentina.
Afrontó en minoría una oposición implacable, pagó derecho de piso por su inexperiencia parlamentaria y le costó más de la cuenta llegar a acuerdos con las fuerzas más amigables. Debió resignar gruesos tramos por el camino, al punto que de la ley Bases sobrevivió apenas una tercera parte de la formulación original. Se multiplicaron los contratiempos, pero el objetivo se consiguió.
Violín en bolsa, el gobierno se dispuso a avanzar en una “segunda etapa”, y el primer paso en esa dirección fue una fallida conferencia del ministro de Economía Luis Caputo y del titular del BCRA, Santiago Bausili. Lo fallido no vino a cuenta de la decisión de avanzar con el saneamiento del Central -que entra dentro de la lógica oficialista-, sino por la evidencia explícita que no iba a haber cambios en la política monetaria y que el cepo se extenderá por más tiempo de lo que se esperaba. El mercado se complicó, se empezaron a disparar los dólares alternativos y el blue, y el gobierno debió salir demasiadas veces a reafirmar que no habrá un salto devaluatorio, y que el ritmo del 2% mensual se mantendrá.
Caputo y Milei juran y perjuran que al continuar secando la plaza de pesos no habrá forma alguna de presionar sobre la cotización del dólar, desacreditan a los economistas que piden una devaluación, a los ejecutivos del FMI que ponen piedras en el camino y califican de golpistas a los banqueros que se desprendieron abruptamente de los pasivos remunerados, echando más leña al fuego.
“El tipo de cambio libre va a ir a converger al oficial por un tema de escasez y ese va a ser un momento más indicado para salir del cepo”, reza el lema oficial, pero los decisores de mercado no le creen. Observan que las reservas del Banco Central dejaron de crecer en el mes de junio, que existen cuantiosos compromisos de pago por afrontar y que el FMI no se muestra dispuesto por ahora a aportar dólares frescos.
Lo que el gobierno ganó un jueves en gobernabilidad lo empezó a perder el viernes en confiabilidad. La felicidad es efímera -bien se dice-. Javier Milei lo experimenta en carne propia. La “segunda etapa” se convirtió en otra prueba de fuego.
Director de Punto biz
NOTA DEL EDITOR