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Diversificó la pyme

familiar y ahora juega en cada etapa de una obra

Se puso al hombro la empresa que fundó su padre y, en este año cargado de incertidumbre, cortó cintas de una planta modelo.

ÁNGEL ÁLVAREZ, ÁNGEL ÁLVAREZ SA

ÁNGEL ÁLVAREZ, ÁNGEL ÁLVAREZ SA

“Toda mi vida vendí ladrillos y bolsas de portland. Y después de tantos años, seguimos con esto”, sostiene Ángel Álvarez. Lo dice para explicar cómo hizo para tomar la posta de la empresa familiar cuando su papá falleció –muy joven, a los 55 años–, pero la frase bien podría trasladarse a la actualidad, ya con sus seis hijos formando parte de Ángel Álvarez S.A.

Este año vino con yapa para la centenaria firma, de la que Ángel se hizo cargo hace más de media vida. Siempre visionario y arriesgado, estrenó hace muy poquito una planta modelo de trituración de hormigón y de escombros de demolición por Avenida Circunvalación y colectora Juan Pablo II, anexando así una nueva unidad al negocio –que también incluye la venta de materiales de construcción y el hormigón elaborado– y como paso estratégico para dar batalla ante un escenario todavía con altibajos.

Es que el plan de ajuste de déficit fiscal sólo dejó margen en 2024 para avanzar con la obra privada. “Estamos esperando que se reactive la obra pública. Justamente esta ampliación era para producir un poco más, pero fue un año de incertidumbre”, confesó.

El empresario nació y creció en Rosario, y desde que se subió por primera vez a un camión para darle una mano a su padre no paró la marcha. Comenzó, con él al frente de la empresa, un proceso de expansión del corralón que sumó en los años ‘90 el predio de Avenida Uriburu 2120, donde se montó también un showroom de 450 m2 de cerámicos, sanitarios y griferías, y en el 2004 una planta de hormigón elaborado por Ovidio Lagos al 4200.

Agudo lector del negocio

La pandemia retrasó los planes. Y la macro, también. Pero lo cierto es que el proyecto de la nueva planta se venía amasando desde 2018, cuando adquirieron el predio de 16 hectáreas al que planean mudar para 2030 toda la estructura productiva de Ovidio Lagos.

Como buen sabueso del negocio, apuesta por cubrir un grueso porcentaje de la obra con producto y servicio. “Tenés que ir reinventándote, no parar de crecer, y hacer más eficientes los procesos”, afirmó Álvarez.

Claro que no fue fácil llegar hasta acá. Las decisiones se iban tomando en base al movimiento en un país que nunca dejó medio centímetro para la especulación. Arrancó como un corralón con unos 15 rubros de materiales, después se sumó el hormigón elaborado, luego el showroom y ahora la planta de trituración. Más adelante será otra cosa. El ser una empresa familiar exige eso: crecer y no limitarse, porque son muchas bocas las que viven por y para el negocio. Además de que lo respaldan una fila de 190 empleados, entre ingenieros, técnicos, gerentes, encargados, choferes, personal de almacenes, administrativo y comercial.

Este crecimiento fue el resultado de años de trabajo, de entender a fondo las exigencias del mercado y de la tecnología de punta, que permitió ofrecer productos de mayor durabilidad y eficiencia. Si bien la empresa enfrentó obstáculos como crisis económicas, cambios en las reglas del juego y una creciente competencia, Ángel siempre mantuvo firme el objetivo de ser un referente en el rubro. Por eso, decidió invertir constantemente para estar presente en todas las etapas constructivas, desde el comienzo hasta las terminaciones.

Álvarez probó alguna que otra actividad con intermitencia, pero ninguna le dio tanta satisfacción y siempre se paró del lado A de este trabajo. Aunque reconoció –como muchos– que no es fácil jugarla de empresario en un país como Argentina.

“Hay que seguir apostando cuando las cosas no están bien porque lo más fácil es decir ‘estamos tambaleando y bajo la persiana’. Es toda una decisión, pero yo apuesto por esto y sigo adelante. Hemos tenido varias épocas difíciles y ahora queda esperar porque si yo te digo lo que es el año 2024, tenemos que cerrar el portón. ¿Cuánto tiempo más tendremos que esperar? Lo resolveremos y trataremos de mantener a la gente de la mejor manera posible. Creo que para 2025 va a estar todo más ordenado”, puntualizó.

Por otro lado, también gravita la cuestión gremial, y como empresario es desafiante enfrentarse a una realidad en la que, en ocasiones, los sindicatos toman decisiones que terminan afectando el rumbo del negocio. “Porque vos decís, ‘pará, yo soy el dueño y me están manejando, me quieren manejar la empresa’. Me paran, me ponen un camión al frente”, relató sobre cómo hay que adaptarse a estas dinámicas. Aunque aclaró que con el tiempo lograron “cierta armonía” para que se pudiera trabajar de una manera más fluida.

La familia detrás de la familia

Para Ángel uno de los pilares de su empresa es el protocolo familiar, que crearon hace varios años y que establece las condiciones para las próximas generaciones que se sumen al negocio. Este protocolo no sólo regula los requisitos de incorporación, sino también otros aspectos claves como la estructura de la familia dentro de la empresa, la manera en que se manejan los roles y el aporte a cada sector.

El reajuste constante de este protocolo es un punto importante. “Lo vamos actualizando y vamos viendo cuáles son las nuevas necesidades, si se puede seguir con esos lineamientos o hay que modificarlos”, destacó. Es un proceso vivo que tiene como objetivo asegurar que las nuevas camadas se integren de manera ordenada y exitosa.

En cuanto a la actual generación –la tercera en línea para abajo–, Álvarez remarcó que se prepararon “lo mejor posible” para liderar cuando él de un paso al costado. “Lo que les decíamos a nuestros hijos era que estudiaran para poder trabajar en su propia empresa, que se perfeccionaran, porque todos comemos de acá”, sostuvo. La primera en abrirse fue su esposa por decisión propia, y hoy los seis hijos del matrimonio ocupan diferentes cargos gerenciales dentro de la estructura organizativa de la firma.

De hecho, resaltó que uno de los mayores logros de la empresa en estos años fue su organización y profesionalización: “Lo bueno que pudimos hacer en este tiempo fue ordenarla”. Esto les permitió, entre otras cuestiones, obtener certificaciones importantes, como la ISO, con la cual no solo buscan una formalidad, sino generar un compromiso real y genuino con la mejora continua. “No es únicamente para tener la fotito de la norma, sino para que la gente tome los procesos con eficiencia”, señaló.

En noviembre del 2013 certificaron normas ISO 9001:2008, alcanzando dicha certificación la elaboración, comercialización y distribución de hormigón elaborado. En octubre de 2014, ampliaron el alcance para la comercialización y distribución de materiales de construcción gruesos y de terminación, elaboración, comercialización y distribución de granza, lo que les permitió seguir profesionalizando la empresa y optimizar la eficiencia. Y en línea con ese espíritu, en el 2015 recertificaron con normas ISO 9001-2015.

Todos llevan el apellido Álvarez, pero cada uno tiene un nombre, un peso, y cumple una función estratégica dentro de la empresa. “Es un trabajo muy desgastante, sacrificado, porque como familia ponemos la vida, el corazón y todo lo que tenemos en este trabajo”, sentenció.

Hobbies: cocinar y juntarse con amigos

Películas: El secreto de sus ojos y Descansar en paz

Series: El encargado y El marginal Comida: asado

Lugar de vacaciones: norte de Brasil

TOP 10 PROTAGONISTAS

Por MARCIA CARRARA